Al frente de la Entidad Regional de Saneamiento y Depuración, Pedro Simón ha conseguido que en Murcia se reutilice “el 98%”. Aun así, piensa que “se debe mejorar”
ALMERÍA HOY / 21·07·2024
Pedro Simón es ingeniero industrial, dirige la Entidad Regional de Saneamiento y Depuración de Murcia y un referente internacional de la regeneración de aguas residuales. Ha conseguido que en la comunidad vecina se reutilice “el 98%”. Aun así, piensa que “se debe mejorar”. A eso se dedica. Le preocupa el “despilfarro” y conductas que provocan “un gran daño”, como “arrojar antibióticos” a la red de saneamiento.
- ¿Qué ve el ingeniero en las aguas residuales?
- Una oportunidad de mejora y un recurso. Sin agua no hay nada. No hay vida, turismo, agricultura ni industria. Por eso, nuestra prioridad debe ser conseguir la necesaria y poder utilizar toda la que esté a nuestro alcance, por muy mala pinta que tenga.
- ¿Es posible proporcionar una segunda y tercera vida a cualquier agua?
- Sin lugar a dudas. Contamos con tecnología de sobra hasta para poder beberla, aunque la ley no lo permite. En Singapur sí lo hacen. Evidentemente, procesarla hasta ese punto requiere un mayor coste.
- ¿Por qué en Singapur sí y aquí no?
- Porque allí tienen un enorme problema. El país está situado en una pequeña península a la que el vecino –Malasia- impide que pase el agua. No tuvieron más remedio que convertir las residuales en potables. En Europa, la ley sólo permite su aplicación en la agricultura, riego de jardines y baldeo de calles. Poco más, aunque disponemos de tecnología que, como le he dicho, permite hasta beberla.
- Si la tecnología lo permite, ¿cuál es el motivo para limitar el uso del agua regenerada?
- Los límites los imponen los políticos. En mi opinión, deberíamos buscar el equilibrio. Dentro de Europa, España es pionera en regeneración de aguas depuradas, pero tenemos que someternos a los criterios legislativos más estrictos de la Unión. Yo entiendo que el futuro consiste en ofrecer garantías sanitarias, no en limitar el uso de un producto escaso y necesario como el agua.
- ¿Es posible asegurar esas garantías sanitarias?
- Por supuesto. Basta con aumentar los requisitos microbiológicos. Si suprimimos todos los posibles agentes patógenos, acabamos con el problema sanitario. Ustedes viven en Almería y yo en Murcia. Habitamos la esquina más árida de Europa y no estamos en condiciones de despilfarrar recursos.
- Sin embargo, lo hacemos.
- Y evitarlo depende de nosotros. Almerienses y murcianos tenemos muy interiorizado que dejar el grifo abierto es un crimen. En el resto de España y Europa, no. No obstante, otras cuestiones, como arrojar toallitas o medicamentos a la red de saneamiento, encarece enormemente y de forma absurda los costes de depuración.
- ¿Qué elementos es preciso sustraer a las aguas residuales para conseguir que vuelvan a utilizarse?
- Por una parte, la materia orgánica y nutrientes como los compuestos de nitrógeno y fósforo. La depuración de estos residuos está muy controlada y es más fácil de solventar. Más difícil y costoso resulta actuar sobre agentes patógenos –bacterias causantes de enfermedades-, desechos novedosos y antibióticos. Estos últimos son los más peligrosos. Debemos concienciar a la población de que no los arrojen a la red. Además de ser más difíciles de separar del agua, estamos haciendo más resistentes a las bacterias, incluso inmunizándolas y, por tanto, restando el valor curador de los medicamentos. En muy pocos años habrá más muertos por esa causa que por muchas otras.
- ¿Qué porcentaje de aguas residuales estamos reutilizando?
- En Murcia el 98%. Son 100 Hm3 al año, es decir, el 15% de los 800 Hm3 que utilizan los regantes de la Región.
- 100 Hm3 es la mitad de la que llega actualmente desde el Tajo al Segura y el doble de la viene al Levante almeriense del Negratín en un año bueno. Una cantidad importante.
- Tan importante como necesaria. Regenerar el agua supone ofrecerle una segunda vida, y eso significa preservar nuestros acuíferos. En Murcia lo hacemos desde hace tanto tiempo, que se ha convertido en algo natural. De todos modos, es preciso seguir avanzando en optimizar riegos y abastecimiento. No podemos permitirnos despilfarrar ni una sola gota, porque el consumo es cada vez mayor. Al mismo tiempo, hemos de tener presente que los cambios en el clima están mermando la cantidad de agua dulce que hay en el planeta. La falta de recursos hídricos ya es un problema incluso en algunas regiones de Alemania, algo que nos parecía impensable hace muy pocos años.
- ¿Está satisfecho con el nivel de reutilización que han conseguido en Murcia?
- Podemos estarlo. Se realizó un importante esfuerzo hace 20 años, porque el Segura era una cloaca. En el 2000 fue aprobado por unanimidad un plan director de depuración muy potente. Hoy estamos regenerando el agua de todos los núcleos de población con más de 50 habitantes, y hemos apostado por la investigación para mejorar en la eliminación de residuos. O dejando que permanezcan algunos que mejoran la calidad del agua, que también los hay.
- Si volviera a empezar, ¿adoptaría las mismas decisiones que entonces?
- Tal vez tomaría otras. Hace 20 años, el coste de la energía era un asunto menor en comparación al que supone ahora. Hoy buscaría una depuración más eficiente con un consumo energético más bajo, como la que proporciona un lagunaje primario de superficie más extensa. Es una técnica que elimina residuos de manera natural y, por tanto, con mucho menos gasto, antes de introducir el agua en el sistema convencional de depuración.
- ¿Es posible volver a regenerar el agua residual que ya se ha recuperado con anterioridad?
- Perfectamente. Y las veces que haga falta, hasta casi el infinito, aunque siempre existe un porcentaje mínimo de rechazo. Uno de ellos es consecuencia de los aparentemente inofensivos descalcificadores que existen en muchos hogares. Esos artefactos cambian el calcio por sodio, aumentando la conductividad del agua. Reducirla supone un gran esfuerzo en las estaciones de depuración.
- ¿Qué le parece que en el Levante almeriense se pierdan 9 Hm3 cada año por la red de abastecimiento, es decir, más de la mitad del agua que se compra?
- Una barbaridad. Y lo peor del caso es que eso ocurre por motivos políticos. Para los alcaldes, subir dos céntimos el recibo del agua supone una tragedia. Deben mentalizarse de que es absurdo mantener las tarifas a costa de la eficiencia. Las tuberías han de cambiarse cada cierto tiempo porque los materiales tienen un tiempo de vida limitado. No podemos dejarnos engañar. Ahorrar en renovar las redes supone un despilfarro de agua que no nos podemos permitir. Si no hacemos nada, iremos a peor. Hay que ser responsables.
- ¿Y si le digo que pueblos como Mojácar, Garrucha, Bédar, Los Gallardos y Turre no cuentan, ni siquiera, con una depuradora en condiciones?
- Fatal. Un desastre para el turismo. La gente podría preferir disfrutar sus vacaciones en lugares más saludables. Me resulta inconcebible que puedan existir lugares así en un país como el nuestro en pleno siglo XXI. La depuración de residuales es un asunto de primer orden sanitario, pero también económico. Realizar vertidos de aguas sucias al mar es el primer paso para acabar con un sector económico muy importante.
- ¿Qué ve el ingeniero en las aguas residuales?
- Una oportunidad de mejora y un recurso. Sin agua no hay nada. No hay vida, turismo, agricultura ni industria. Por eso, nuestra prioridad debe ser conseguir la necesaria y poder utilizar toda la que esté a nuestro alcance, por muy mala pinta que tenga.
- ¿Es posible proporcionar una segunda y tercera vida a cualquier agua?
- Sin lugar a dudas. Contamos con tecnología de sobra hasta para poder beberla, aunque la ley no lo permite. En Singapur sí lo hacen. Evidentemente, procesarla hasta ese punto requiere un mayor coste.
- ¿Por qué en Singapur sí y aquí no?
- Porque allí tienen un enorme problema. El país está situado en una pequeña península a la que el vecino –Malasia- impide que pase el agua. No tuvieron más remedio que convertir las residuales en potables. En Europa, la ley sólo permite su aplicación en la agricultura, riego de jardines y baldeo de calles. Poco más, aunque disponemos de tecnología que, como le he dicho, permite hasta beberla.
- Si la tecnología lo permite, ¿cuál es el motivo para limitar el uso del agua regenerada?
- Los límites los imponen los políticos. En mi opinión, deberíamos buscar el equilibrio. Dentro de Europa, España es pionera en regeneración de aguas depuradas, pero tenemos que someternos a los criterios legislativos más estrictos de la Unión. Yo entiendo que el futuro consiste en ofrecer garantías sanitarias, no en limitar el uso de un producto escaso y necesario como el agua.
- ¿Es posible asegurar esas garantías sanitarias?
- Por supuesto. Basta con aumentar los requisitos microbiológicos. Si suprimimos todos los posibles agentes patógenos, acabamos con el problema sanitario. Ustedes viven en Almería y yo en Murcia. Habitamos la esquina más árida de Europa y no estamos en condiciones de despilfarrar recursos.
- Sin embargo, lo hacemos.
- Y evitarlo depende de nosotros. Almerienses y murcianos tenemos muy interiorizado que dejar el grifo abierto es un crimen. En el resto de España y Europa, no. No obstante, otras cuestiones, como arrojar toallitas o medicamentos a la red de saneamiento, encarece enormemente y de forma absurda los costes de depuración.
- ¿Qué elementos es preciso sustraer a las aguas residuales para conseguir que vuelvan a utilizarse?
- Por una parte, la materia orgánica y nutrientes como los compuestos de nitrógeno y fósforo. La depuración de estos residuos está muy controlada y es más fácil de solventar. Más difícil y costoso resulta actuar sobre agentes patógenos –bacterias causantes de enfermedades-, desechos novedosos y antibióticos. Estos últimos son los más peligrosos. Debemos concienciar a la población de que no los arrojen a la red. Además de ser más difíciles de separar del agua, estamos haciendo más resistentes a las bacterias, incluso inmunizándolas y, por tanto, restando el valor curador de los medicamentos. En muy pocos años habrá más muertos por esa causa que por muchas otras.
- ¿Qué porcentaje de aguas residuales estamos reutilizando?
- En Murcia el 98%. Son 100 Hm3 al año, es decir, el 15% de los 800 Hm3 que utilizan los regantes de la Región.
- 100 Hm3 es la mitad de la que llega actualmente desde el Tajo al Segura y el doble de la viene al Levante almeriense del Negratín en un año bueno. Una cantidad importante.
- Tan importante como necesaria. Regenerar el agua supone ofrecerle una segunda vida, y eso significa preservar nuestros acuíferos. En Murcia lo hacemos desde hace tanto tiempo, que se ha convertido en algo natural. De todos modos, es preciso seguir avanzando en optimizar riegos y abastecimiento. No podemos permitirnos despilfarrar ni una sola gota, porque el consumo es cada vez mayor. Al mismo tiempo, hemos de tener presente que los cambios en el clima están mermando la cantidad de agua dulce que hay en el planeta. La falta de recursos hídricos ya es un problema incluso en algunas regiones de Alemania, algo que nos parecía impensable hace muy pocos años.
- ¿Está satisfecho con el nivel de reutilización que han conseguido en Murcia?
- Podemos estarlo. Se realizó un importante esfuerzo hace 20 años, porque el Segura era una cloaca. En el 2000 fue aprobado por unanimidad un plan director de depuración muy potente. Hoy estamos regenerando el agua de todos los núcleos de población con más de 50 habitantes, y hemos apostado por la investigación para mejorar en la eliminación de residuos. O dejando que permanezcan algunos que mejoran la calidad del agua, que también los hay.
- Si volviera a empezar, ¿adoptaría las mismas decisiones que entonces?
- Tal vez tomaría otras. Hace 20 años, el coste de la energía era un asunto menor en comparación al que supone ahora. Hoy buscaría una depuración más eficiente con un consumo energético más bajo, como la que proporciona un lagunaje primario de superficie más extensa. Es una técnica que elimina residuos de manera natural y, por tanto, con mucho menos gasto, antes de introducir el agua en el sistema convencional de depuración.
- ¿Es posible volver a regenerar el agua residual que ya se ha recuperado con anterioridad?
- Perfectamente. Y las veces que haga falta, hasta casi el infinito, aunque siempre existe un porcentaje mínimo de rechazo. Uno de ellos es consecuencia de los aparentemente inofensivos descalcificadores que existen en muchos hogares. Esos artefactos cambian el calcio por sodio, aumentando la conductividad del agua. Reducirla supone un gran esfuerzo en las estaciones de depuración.
- ¿Qué le parece que en el Levante almeriense se pierdan 9 Hm3 cada año por la red de abastecimiento, es decir, más de la mitad del agua que se compra?
- Una barbaridad. Y lo peor del caso es que eso ocurre por motivos políticos. Para los alcaldes, subir dos céntimos el recibo del agua supone una tragedia. Deben mentalizarse de que es absurdo mantener las tarifas a costa de la eficiencia. Las tuberías han de cambiarse cada cierto tiempo porque los materiales tienen un tiempo de vida limitado. No podemos dejarnos engañar. Ahorrar en renovar las redes supone un despilfarro de agua que no nos podemos permitir. Si no hacemos nada, iremos a peor. Hay que ser responsables.
- ¿Y si le digo que pueblos como Mojácar, Garrucha, Bédar, Los Gallardos y Turre no cuentan, ni siquiera, con una depuradora en condiciones?
- Fatal. Un desastre para el turismo. La gente podría preferir disfrutar sus vacaciones en lugares más saludables. Me resulta inconcebible que puedan existir lugares así en un país como el nuestro en pleno siglo XXI. La depuración de residuales es un asunto de primer orden sanitario, pero también económico. Realizar vertidos de aguas sucias al mar es el primer paso para acabar con un sector económico muy importante.