¿Puede ser peligroso el concierto del Toyo?


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Torrijos Entiendo que la sociedad civil almeriense, la científica, la política, y supongo que hasta militar, pasando hasta por la religiosa, están de acuerdo, o así lo parece, en que la muerte nos puede llegar a causa del ruido. El fallecimiento de las gacelas de la semana pasada, y el cambio urgente de lugar de los conciertos por parte del ayuntamiento, así nos lo hace entender. ¿O no? Se sufre, se pasa mal y hasta se muere por causa del sonido cuando este sobrepasa los decibelios permisibles. Y lo hemos visto con los conciertos de este verano, con la muerte de esos bellos animales.

Lo de comprobar que el volumen de la música del concierto de Alamar es la culpable de esos óbitos ya es otra cuestión, pero si hemos llegado a esa conclusión, como parece indicarlo todo lo que hemos leído y escuchado en estas fechas a través de los medios, damos por asentada la culpabilidad del ayuntamiento y de sus rectores, toda vez que no han tardado ni un minuto en mudar de ubicación los conciertos del Parque de la Hoya a la Plaza Vieja, causantes de la muerte de los cinco animales. Si no fuera culpa de los conciertos, no se entiende el cambio.

Durante unos meses los vecinos del Toyo se han venido quejando de la organización de un magno concierto en las puertas de su casas. Apuntaban los quejosos vecinos y con razón, las horas que duran estos acontecimientos, así como el volumen que llegan a alcanzar, que no tiene nada que ver, que está a años luz con los que estaban previstos y celebrándose en la Hoya y que han sido trasladados debido a la muerte, aseguran los cuidadores de los animales, por causa del fuerte volumen producido.

Nadie podía ponerse en la tesitura de que se pudiera dar, como así ha sido, la muerte de los animales por los conciertos. Nos parecía algo lejano, casi imposible, pero las muertes se han producido, y mientras no se demuestre científicamente lo contrario la culpa parece tenerla, es la imagen que se está dando en todo el país, el volumen de la música que llegaba al recinto donde vivián cincuenta hermosas gacelas.

No sé el número de los vecinos que viven en el entorno del Toyo, y cercanos a ese escenario donde la música y sus decibelios van a ser durante horas y horas los grandes protagonista, pero son como para tenerlos en cuenta, si llegamos a la conclusión de que se muere por ruido. ¿Estamos de acuerdo? Y si por ello han fallecido las gacelas, no se puede, no se debe descartar que puedan hacerlo seres humanos. ¿O no? Científicos del refugio dijeron bien claro lo que podía ocurrir ante el volumen de los conciertos. Reconozco que me pareció una opinión algo alejada de la realidad, aunque reconocía que tampoco tenía argumentos para oponerme a ella. Todo indicaba que la razón estaba de su parte. Por lo que solo quedaba por nuestra pare decir: Amen.

En cuanto al concierto del Toyo: Si ha ocurrido con las gacelas. ¿Hay algún técnico que les pueda aseverar a las familias que entre los vecinos del Toyo no se puede dar una circunstancia similar en recién nacidos, niños pequeños o personas vulnerables por enfermedad o edad? ¿Tendría que suspender la alcaldesa, María del Mar Vázquez, el concierto, o en su caso buscar otra ubicación alejada de los vecinos del Toyo?