“No conozco a ningún ingeniero que niegue la viabilidad del trasvase del Ebro”

Francisco Javier Flores des mojaquero y una de las voces más autorizadas en recursos hídricos y obras hidráulicas. Defiende la idoneidad de “llevar el agua donde haga falta”, porque es un recurso “de todos los españoles”



ALMERÍA HOY / 02·12·2023

Francisco Javier Flores Montoya es mojaquero y una de las voces más autorizadas en recursos hídricos y obras hidráulicas. Defiende la idoneidad de “llevar el agua donde haga falta”, porque es un recurso “de todos los españoles”, y destapa la “mentira” con que el Gobierno excusa el recorte de transferencias desde el Tajo al Sureste: “Europa no exige ningún ‘caudal ecológico”.

- ¿Podemos hablar de planificación hidrológica en un país que cambia de rumbo cada vez que muda de Gobierno?
- Resulta difícil. En realidad, aquí hablamos de planificación hidrológica desde 1985, año en que se promulgó la Ley de Aguas. Existe un antecedente en el Plan de 1935 redactado por el ingeniero Lorenzo Pardo, quien pretendía compensar los déficits de unas cuencas con los superávits de otras. La idea surgió tras un viaje al sureste español que terminó en Cuevas del Almanzora. La pobreza contemplada era tan extrema que uno de los ingenieros de la expedición, Clemente Sáenz, exclamó “¡ojalá pudiera traer aquí el Nilo!”. Ahí comenzó el trabajo que culminó con la puesta en marcha del trasvase desde el Tajo al Segura en 1979.
- Reiteremos entonces que el trasvase del Tajo fue impulsado por Indalecio Prieto, un ministro socialista de la República.
- Para ser rigurosos, la idea es anterior aún. Lorenzo Pardo tomó conciencia del problema que suponía la falta de agua en determinadas comarcas de España durante la dictadura de Primo de Rivera. Promovió entonces la fundación de cuencas hidrográficas, empezando por las del Ebro y el Segura. Su objetivo consistía en distribuir los recursos hídricos de la Nación y resolver las necesidades de unas zonas con los excedentes de otras. Llevar agua adonde hiciese falta. Todos estaban de acuerdo en eso. El debate versaba sobre si era preferible trasvasar al Levante desde el Tajo o desde el Ebro, y sólo discutían los ingenieros, no los políticos.
- ¿Por qué la duda entre el Ebro y el Tajo?
- Porque el agua se entendía en términos económicos, y conferían mucha importancia a que la fuente del recurso fuera lo más segura y estable posible para garantizar el suministro al Levante. También era muy relevante que el trasvase se realizara por gravedad, sin tener que impulsar el agua con motores, dada la carencia de energía para alimentarlos.
- Cuando dice Levante, supongo que se refiere a todo el sureste, no sólo a la comarca almeriense. - Digo Levante porque, además de Alicante, Murcia y Almería, también se contemplaba como destino del trasvase a todo el litoral mediterráneo, incluido el catalán. Hablamos de los terrenos más feraces de España por la cantidad en horas de sol que disfrutan, y porque sólo requieren agua para generar riqueza.
- ¿No se oponían, como ahora, los políticos de las cuencas donantes?
- En el Plan Hidrológico Nacional de la República no existía el concepto de ‘cuenca donante’. Apareció después, cuando los políticos se apropiaron de los ríos. Hasta ese momento, todo el mundo coincidía en que el agua era un dominio público que debía gestionar el Estado. Ahora, algunos gobiernos regionales reivindican la gestión de ríos que consideran suyos, pero los ríos son de todos los españoles. Como los embalses, que se han pagado con dinero de España.
- Y todavía sin resolver un problema que intentó atajarse hace un siglo.
- Así es. Han pasado demasiados años. Cuando parecía próxima la solución gracias al Plan Hidrológico Nacional de 2001, Rodríguez Zapatero lo derogó y frustró las expectativas que había levantado. Después han fracasado todos los intentos por hallar una solución. Zapatero planteó construir desaladoras para compensar los 1.000 Hm3 que no llegarían al Sureste tras frustrarse el trasvase del Ebro. Hoy estamos muy lejos de esa cifra.
- ¿Sigue siendo viable el trasvase del Ebro?
- Tanto como hace 20 años. No conozco a ningún ingeniero con un mínimo de experiencia que niegue su viabilidad. El río desagua alrededor de 15.000 Hm3 cada año al mar. Es el más caudaloso de España y, al mismo tiempo, el menos regulado. Antes de llegar a Navarra ha recibido 3.800 Hm3 a los que suma 2.000 más de aportes en esa región que sólo cuenta con dos embalses, los de Itoiz y Yesa. Esa falta de control facilita las recurrentes inundaciones entre Tudela y Lodosa que provocan ingentes daños e impiden el aprovechamiento agrícola de grandes extensiones.
- ¿También es posible continuar transfiriendo agua desde el Tajo?
- Sin duda. Hablamos continuamente de sequía mientras el Tajo envía al mar todos los años entre 7.000 y 8.000 Hm3. Y el Ebro casi el doble.
- ¿Y cuántos Hm3 se trasvasan desde el Tajo cada año?
- La media ronda los 300 Hm3.
- ¿El recorte aprobado por el Gobierno al trasvase del Tajo tiene que ver con alguna petición de Portugal? - Al contrario. Portugal exigió a España que construyera presas para controlar posibles avenidas de los ríos que lo atraviesan, porque, al ser un territorio muy llano, el riesgo de inundaciones es altísimo. Además, allí no necesitan más agua porque llueve muchísimo. Desde siempre, las borrascas han entrado a la Península por el Atlántico y se diluyen a medida que cruzan la Península.
- ¿Es necesario aumentar el caudal ecológico del Tajo?
- La ministra insiste en que es una imposición de la Directiva europea sobre el agua. Mentira. En ese texto no aparece ni una sola vez el concepto de ‘caudal ecológico’, sino el de ‘buen estado del agua’, que es muy diferente. La calidad del agua establecida en la Directiva se consigue depurando y usando el recurso de forma eficiente. Mejorarla diluyendo contaminación con más agua está expresamente prohibido. El Tajo está afectado por las escorrentías de residuos que le llegan con cada tormenta. Pero esos contaminantes desaparecen poco después.
- ¿Existe alguna solución para nosotros?
- Claro que existe. Para empezar, dos años sin recibir agua del Negratín deberían haber bastado para entender la importancia de obtener una soberanía hídrica que evite el hundimiento de la economía en la comarca. Es posible conseguirla uniendo dos recursos que tenemos de sobra: Sol y agua de mar. Es decir, produciendo agua desalada con energía solar. Usar lo que tenemos y nadie nos puede quitar.