Tras una apariencia suave, el alcalde de Garrucha, Pedro Zamora, reivindica capacidad para “da un golpe en la mesa”. Dice que ya lo ha hecho para poder dirigir una plantilla “en parte hostil”, reconducir una deriva de “desidia” y gestionar la “ruina” de un Ayuntamiento sin dinero
ALMERÍA HOY / 20·11·2023
Tras una apariencia suave, el alcalde de Garrucha, Pedro Zamora, reivindica capacidad para “da un golpe en la mesa”. Dice que ya lo ha hecho para poder dirigir una plantilla “en parte hostil”, reconducir una deriva de “desidia” y gestionar la “ruina” de un Ayuntamiento sin dinero “ni para invitar a un café a una autoridad que nos visite”.
- ¿Cómo fue su primer día de alcalde?
- Fue fatal. Imposible olvidarlo. Aún no eran las 8:00 del lunes 19 de junio y me encontré al jefe de Protección Civil presentándome la dimisión y la de casi todo su equipo a cuatro días de la Noche de San Juan. Le rogué que esperara al menos una semana. No transigió. Tuvimos que acudir a Protección Civil de Diputación y pueblos vecinos. Al final contamos con un dispositivo de 70 voluntarios.
- ¿Ha encontrado una plantilla hostil?
- Una parte sí, aunque sólo una parte. Le recuerdo que la última acción de mi predecesora consistió en estabilizar a 45 trabajadores, es decir, los hizo fijos. La mayoría habían sido contratados ‘por afinidad’.
- ¿Afinidad?
- De esos 45, al menos la mitad son del PSOE o afines.
- ¿Puede hacer algo contra eso?
- Es imposible. Aunque no sean lícitos, son legales.
- ¿Entonces está usted en tierra hostil?
- No diría eso, pero algunos... Aquí se han hecho cosas muy mal. He tenido que colocar un cartel en el despacho advirtiendo que no firmaré ningún decreto sin un contrato que lo justifique.
- ¿Le presentan muchos?
- Al principio tres o cuatro al día. El ritmo bajó tras poner el cartel. Es que los funcionarios estaban acostumbrados a la forma de trabajar anterior. Sin gestión alguna. Como si fuera un cortijo. Le pondré un ejemplo: El Ayuntamiento vendía los tiques de la fiesta de la gamba en efectivo, y los concejales se llevaban cada noche el dinero a sus casas en bolsas de basura. Compraban las gambas sin contrato para ahorrarse el IVA y pagaban miles de euros en gratificaciones a los ‘voluntarios’ que echaban una mano. Una desidia en todo. En agosto quedaban sólo cuatro nichos libres en el cementerio y fallecieron dos vecinos el mismo día. Tuve que revolver la Diputación para que nos dieran una subvención de 20.000 euros con los que construimos 14.
- ¿Qué más hacen los trabajadores que usted cuestiona?
- Tonterías que perjudican a todos los garrucheros, no al Gobierno. La última tiene que ver con el desinterés de algunos con la imagen de limpieza que debe dar Garrucha. También los hay que son los ojos de la oposición y algún alto funcionario que parece haber bajado los brazos.
- ¿Y cómo combate eso?
- Reuní a toda la plantilla y expliqué la importancia de que el Ayuntamiento funcione correctamente por el bien de sus vecinos y por el suyo propio. Les prevení que, de lo contrario, habría que aplicar planes de ajuste. Nosotros, el equipo de Gobierno, estamos de paso y dentro de cuatro años volveremos a nuestros trabajos, pero ellos dependerán de lo bien o mal que vaya el municipio.
- Los consejos siempre ayudan, pero, ¿ha pensado en alguna acción concreta?
- La primera será instalar un control de horarios más eficiente. El actual se presta a las trampas. Lo proporcionó la empresa de Miguel Ángel Tortosa, que fue delegado provincial de Economía en una legislatura socialista de la Junta. Este señor ha estado muy vinculado a los socialistas de Garrucha que, como gobierno, lo contrataron para que defendiera al Ayuntamiento frente a la Inspección de Trabajo en el caso de los sueldos ilegales que cobraban algunos voluntarios de Protección Civil.
- Ustedes han criticado que el crecimiento exponencial de la plantilla se ha debido a una política basada en dar trabajo a cambio de votos, ¿a cuánto asciende en estos momentos el gasto de personal?
- A 4,8 millones anuales en un presupuesto que no llega a 7. Es decir, alcanza el 70% cuando no debería rebasar el 30. Tenemos que hacer encaje de bolillos para pagar las nóminas el día 28. Recuerdo que, cuando llegó el día de pago, faltaban 20.000 euros. Nos vimos obligados a retrasar el ingreso a los 23 socorristas que, dicho sea de paso, me parecen demasiados en un pueblo con apenas un kilómetro de playa. ¡Tenemos más que Mojácar!
- ¿Con cuántos empleados municipales cuenta Garrucha?
- Con 133. En los últimos 8 años se ha incrementado la plantilla un 78%.
- Hábleme de la calle, ¿cómo cree que se le valora cinco meses después de ser alcalde?
- Entre la gente me encuentro muy a gusto. Como es natural, cuento con gente a favor y en contra, pero, en general, me siento muy arropado por los vecinos.
- ¿En qué lo nota?
- Sobre todo en las celebraciones. Antes veía con pena que el pueblo estaba partido. Ahora disfrutan todos juntos. Es bueno que los vecinos estén así.
- ¿Qué le dicen cuando se cruza con ellos?
- Que falta arreglar alguna cosa… También me alertan de que han visto escondido algún carro de limpieza.
- ¿Nadie le dirige algún reproche?
- Claro que hay quien no comulga conmigo, pero yo sí veo los frutos de nuestro trabajo.
- ¿Por ejemplo?
- El inicio del procedimiento para cobrar al puerto el impuesto de bienes inmuebles con características especiales. Es un tributo que reportará más de 700.000 euros al año a Garrucha y nadie se había preocupado hasta ahora.
- ¿Ese dinero servirá para bajar impuestos?
- ¡Qué más quisiera! Por desgracia, estamos obligados a subirlos. En primer lugar, porque así lo establecen los dos planes de ajuste que mi antecesora envió a Hacienda para poder acogerse a una ayuda extraordinaria y, en segundo, porque el Ayuntamiento no es sostenible con los ingresos actuales.
- ¿Quizá recortando gastos?
- Lo estamos haciendo. Hemos frenado el endeudamiento creciente que encontramos, aunque aún no hemos logrado un balance positivo.
- ¿A cuánto asciende la deuda municipal?
- Todavía no lo sabemos con exactitud. Debemos 6 millones a los bancos y hay que añadir lo que se debe a proveedores, un capítulo que no cesa de deparar sorpresas. Hemos encontrado 1,8 millones en facturas sin un contrato que las respalde, es decir, que no se pueden pagar. Además, 2 millones sólo en deuda por la diferencia entre el precio del agua comprada y el que se cobra a los vecinos.
- ¿Garrucha subvenciona el agua?
- Nada de eso. El contrato con la empresa que gestiona el servicio establece el precio del recibo en 0,60 euros/m3, cuando el agua se está comprando a 1,11. Era la manera de gestionar del equipo anterior. No existían partidas ni dinero para ninguna de las obras contratadas. La rotonda de las Palmeras fue construida a pulmón. Ha costado 400.000 euros, de los que no habían pagado ni un céntimo, entre otras cosas, por no existir partida presupuestaria que la amparase ni dinero para hacerla. Como tampoco lo hay para poner los 300.000 euros que nos corresponden en la mejora del Paseo Marítimo, una obra de los planes provinciales. Ni siquiera hablaron con Costas para que se hiciera cargo de la parte del Mirador, que forma parte del dominio marítimo-terrestre. Nosotros ya nos hemos reunido con ellos para rebajar todo lo posible el coste. Por eso cambiamos las baldosas previstas con unas gambas en relieve a más de 30 euros cada una.
- ¿Qué hay de la auditoría que han encargado?
- La llamamos auditoría por usar un término que todo el mundo entiende, aunque en realidad se trata de dos controles: Uno financiero, para conocer el estado económico del Ayuntamiento, y otro legal, que revelará cómo se ha llegado a la situación en que nos encontramos. Por ahora puedo decir que se han incumplido sistemáticamente todos los parámetros exigidos por Hacienda, como la estabilidad presupuestaria, durante los últimos 8 años de gobierno. El anterior equipo ni siquiera había cumplido los planes de ajuste que se había autoimpuesto y comprometido a llevar a cabo ante el Ministerio de Hacienda. Por no hacer, ni siquiera elaboraron presupuestos entre 2018 y 2022.
- Ese plan contemplaba subida de impuestos y eliminación de inversiones municipales.
- Sí, subir los impuestos un 25%, rebajar un 10% el coste salarial y no invertir ni un euro hasta 2030. No lo cumplieron. Lo estamos poniendo en marcha nosotros. Ya hemos subido el IBI y el impuesto sobre los vehículos un 15% y reduciremos un 5% el capítulo de personal.
- ¿La auditoría no ofrece otras soluciones?
- No. Se limita a diagnosticar el cáncer que sufren las cuentas municipales y cuáles han sido las causas que lo han generado.
- ¿Y usted qué cree?
- Yo creo que se ha trabajado sin control. Fíjese, hemos recopilado 17 informes firmados por funcionarios que demostrarían irregularidades. Algunas de ellas podrían reportar consecuencias penales.
- En definitiva, me está diciendo que gestiona ruina.
- Gestionamos deudas y tapar baches. Así de calamitosa es la situación. El Ayuntamiento no puede invitar a un café a ninguna autoridad que venga a visitarnos. Cuando lo hacemos, es a cuenta del bolsillo del alcalde o algún concejal. Y no paramos de recibir sustos, como el reciente aviso de corte de luz por una deuda de 60.000 euros.
- Se ha escuchado en la calle que le falta a usted la energía de un líder; que es su primer teniente, Álvaro, quien de verdad dirige.
- A mí también me ha llegado ese rumor. Quien lo piense está muy equivocado. Tal vez sea una cuestión de imagen que he de corregir. Pero no crea. Yo tengo mi personalidad y soy quien resuelve los problemas grandes. Es posible que transmita debilidad, pero ya he dado más de un golpe en la mesa. Somos un equipo, pero el alcalde soy yo.
- ¿Cuál es el mayor deseo del alcalde de Garrucha?
- Lo que más me importa es que el pueblo esté unido, y lo estoy consiguiendo. Si no tiramos todos juntos de Garrucha, no llegaremos a ninguna parte.
- ¿Considera que asignar a su equipo una de las nóminas políticas más altas de la comarca contribuye a tirar de Garrucha en la situación en que se encuentra el Ayuntamiento?
- Mi antecesora costaba a los garrucheros mucho más que yo. Es cierto que tenía una nómina inferior, pero sumaba dietas y desplazamientos que yo no cobro.
- ¿De verdad cree lógico que una de sus primeras decisiones fuera establecer unos sueldos políticos tan elevados? - Que el Ministerio rebaje los límites. Puedo garantizar que me gano el sueldo y estoy siendo rentable a Garrucha. Mi equipo trabaja a piñón y cobra menos que la mayoría de los trabajadores municipales.
- Su primer teniente presentó estando en la oposición varias querellas contra la exalcaldesa socialista por supuesto descontrol en el gasto de combustible, contratos irregulares, denegación de información y el empleo irregular de los 4 millones del agua, ¿comparte esas acusaciones?
- Absolutamente. De hecho, el PP va a solicitar la personación en todos ellos.
- ¿Y el Ayuntamiento?
- En principio no. No hay dinero para pagar abogados, aunque si se demuestra la existencia de perjuicios para el erario, reclamaremos el oportuno resarcimiento.
- Recuerdo que el Consistorio contrató al caro despacho de Javier Gómez Bermúdez para defender a la entonces regidora, ¿cuánto le han pagado?
- No ha cobrado ni un céntimo. Tampoco ha hecho nada, y tenemos sospechas sobre presuntas irregularidades en su contratación. Para empezar, la alcaldesa votó a favor en Junta de Gobierno siendo la beneficiaria. Por otro lado, el convenio se dividió en varias partes, una por cada querella. La única explicación es que no superara el límite establecido para los contratos menores que, además, no pueden durar más de un año. Al paso que va la justicia, dudo mucho que ninguna de las querellas se resuelva en menos tiempo. De hecho, ya ha transcurrido más de año y medio desde el acuerdo con Gómez Bermúdez. Por otra parte, la exalcaldesa debía pagar su defensa. Lo dice la ley. Si resulta inocente, la otra parte pagará las costas.
- Ustedes ya han sido varias veces denunciados por la oposición.
- Por ahora, PSOE y UCIN han presentado cinco. La primera solicitando la aplicación de la ley antitransfuguismo a los concejales de Garrucha con Andalucía; otra por haber vulnerado supuestamente la ley de protección de datos; otra por no haber justificado la urgencia de un Pleno; y, la última, por incumplir el plazo para la convocatoria de una sesión plenaria. He de reconocer que faltaron 7 minutos para las 48 horas preceptivas. Además, denunciaron a la Inspección de Trabajo la limpieza de un colegio realizada por voluntarios antes del comienzo del curso. Veremos en qué quedan.
- ¿Cómo fue su primer día de alcalde?
- Fue fatal. Imposible olvidarlo. Aún no eran las 8:00 del lunes 19 de junio y me encontré al jefe de Protección Civil presentándome la dimisión y la de casi todo su equipo a cuatro días de la Noche de San Juan. Le rogué que esperara al menos una semana. No transigió. Tuvimos que acudir a Protección Civil de Diputación y pueblos vecinos. Al final contamos con un dispositivo de 70 voluntarios.
- ¿Ha encontrado una plantilla hostil?
- Una parte sí, aunque sólo una parte. Le recuerdo que la última acción de mi predecesora consistió en estabilizar a 45 trabajadores, es decir, los hizo fijos. La mayoría habían sido contratados ‘por afinidad’.
- ¿Afinidad?
- De esos 45, al menos la mitad son del PSOE o afines.
- ¿Puede hacer algo contra eso?
- Es imposible. Aunque no sean lícitos, son legales.
- ¿Entonces está usted en tierra hostil?
- No diría eso, pero algunos... Aquí se han hecho cosas muy mal. He tenido que colocar un cartel en el despacho advirtiendo que no firmaré ningún decreto sin un contrato que lo justifique.
- ¿Le presentan muchos?
- Al principio tres o cuatro al día. El ritmo bajó tras poner el cartel. Es que los funcionarios estaban acostumbrados a la forma de trabajar anterior. Sin gestión alguna. Como si fuera un cortijo. Le pondré un ejemplo: El Ayuntamiento vendía los tiques de la fiesta de la gamba en efectivo, y los concejales se llevaban cada noche el dinero a sus casas en bolsas de basura. Compraban las gambas sin contrato para ahorrarse el IVA y pagaban miles de euros en gratificaciones a los ‘voluntarios’ que echaban una mano. Una desidia en todo. En agosto quedaban sólo cuatro nichos libres en el cementerio y fallecieron dos vecinos el mismo día. Tuve que revolver la Diputación para que nos dieran una subvención de 20.000 euros con los que construimos 14.
- ¿Qué más hacen los trabajadores que usted cuestiona?
- Tonterías que perjudican a todos los garrucheros, no al Gobierno. La última tiene que ver con el desinterés de algunos con la imagen de limpieza que debe dar Garrucha. También los hay que son los ojos de la oposición y algún alto funcionario que parece haber bajado los brazos.
- ¿Y cómo combate eso?
- Reuní a toda la plantilla y expliqué la importancia de que el Ayuntamiento funcione correctamente por el bien de sus vecinos y por el suyo propio. Les prevení que, de lo contrario, habría que aplicar planes de ajuste. Nosotros, el equipo de Gobierno, estamos de paso y dentro de cuatro años volveremos a nuestros trabajos, pero ellos dependerán de lo bien o mal que vaya el municipio.
- Los consejos siempre ayudan, pero, ¿ha pensado en alguna acción concreta?
- La primera será instalar un control de horarios más eficiente. El actual se presta a las trampas. Lo proporcionó la empresa de Miguel Ángel Tortosa, que fue delegado provincial de Economía en una legislatura socialista de la Junta. Este señor ha estado muy vinculado a los socialistas de Garrucha que, como gobierno, lo contrataron para que defendiera al Ayuntamiento frente a la Inspección de Trabajo en el caso de los sueldos ilegales que cobraban algunos voluntarios de Protección Civil.
- Ustedes han criticado que el crecimiento exponencial de la plantilla se ha debido a una política basada en dar trabajo a cambio de votos, ¿a cuánto asciende en estos momentos el gasto de personal?
- A 4,8 millones anuales en un presupuesto que no llega a 7. Es decir, alcanza el 70% cuando no debería rebasar el 30. Tenemos que hacer encaje de bolillos para pagar las nóminas el día 28. Recuerdo que, cuando llegó el día de pago, faltaban 20.000 euros. Nos vimos obligados a retrasar el ingreso a los 23 socorristas que, dicho sea de paso, me parecen demasiados en un pueblo con apenas un kilómetro de playa. ¡Tenemos más que Mojácar!
- ¿Con cuántos empleados municipales cuenta Garrucha?
- Con 133. En los últimos 8 años se ha incrementado la plantilla un 78%.
- Hábleme de la calle, ¿cómo cree que se le valora cinco meses después de ser alcalde?
- Entre la gente me encuentro muy a gusto. Como es natural, cuento con gente a favor y en contra, pero, en general, me siento muy arropado por los vecinos.
- ¿En qué lo nota?
- Sobre todo en las celebraciones. Antes veía con pena que el pueblo estaba partido. Ahora disfrutan todos juntos. Es bueno que los vecinos estén así.
- ¿Qué le dicen cuando se cruza con ellos?
- Que falta arreglar alguna cosa… También me alertan de que han visto escondido algún carro de limpieza.
- ¿Nadie le dirige algún reproche?
- Claro que hay quien no comulga conmigo, pero yo sí veo los frutos de nuestro trabajo.
- ¿Por ejemplo?
- El inicio del procedimiento para cobrar al puerto el impuesto de bienes inmuebles con características especiales. Es un tributo que reportará más de 700.000 euros al año a Garrucha y nadie se había preocupado hasta ahora.
- ¿Ese dinero servirá para bajar impuestos?
- ¡Qué más quisiera! Por desgracia, estamos obligados a subirlos. En primer lugar, porque así lo establecen los dos planes de ajuste que mi antecesora envió a Hacienda para poder acogerse a una ayuda extraordinaria y, en segundo, porque el Ayuntamiento no es sostenible con los ingresos actuales.
- ¿Quizá recortando gastos?
- Lo estamos haciendo. Hemos frenado el endeudamiento creciente que encontramos, aunque aún no hemos logrado un balance positivo.
- ¿A cuánto asciende la deuda municipal?
- Todavía no lo sabemos con exactitud. Debemos 6 millones a los bancos y hay que añadir lo que se debe a proveedores, un capítulo que no cesa de deparar sorpresas. Hemos encontrado 1,8 millones en facturas sin un contrato que las respalde, es decir, que no se pueden pagar. Además, 2 millones sólo en deuda por la diferencia entre el precio del agua comprada y el que se cobra a los vecinos.
- ¿Garrucha subvenciona el agua?
- Nada de eso. El contrato con la empresa que gestiona el servicio establece el precio del recibo en 0,60 euros/m3, cuando el agua se está comprando a 1,11. Era la manera de gestionar del equipo anterior. No existían partidas ni dinero para ninguna de las obras contratadas. La rotonda de las Palmeras fue construida a pulmón. Ha costado 400.000 euros, de los que no habían pagado ni un céntimo, entre otras cosas, por no existir partida presupuestaria que la amparase ni dinero para hacerla. Como tampoco lo hay para poner los 300.000 euros que nos corresponden en la mejora del Paseo Marítimo, una obra de los planes provinciales. Ni siquiera hablaron con Costas para que se hiciera cargo de la parte del Mirador, que forma parte del dominio marítimo-terrestre. Nosotros ya nos hemos reunido con ellos para rebajar todo lo posible el coste. Por eso cambiamos las baldosas previstas con unas gambas en relieve a más de 30 euros cada una.
- ¿Qué hay de la auditoría que han encargado?
- La llamamos auditoría por usar un término que todo el mundo entiende, aunque en realidad se trata de dos controles: Uno financiero, para conocer el estado económico del Ayuntamiento, y otro legal, que revelará cómo se ha llegado a la situación en que nos encontramos. Por ahora puedo decir que se han incumplido sistemáticamente todos los parámetros exigidos por Hacienda, como la estabilidad presupuestaria, durante los últimos 8 años de gobierno. El anterior equipo ni siquiera había cumplido los planes de ajuste que se había autoimpuesto y comprometido a llevar a cabo ante el Ministerio de Hacienda. Por no hacer, ni siquiera elaboraron presupuestos entre 2018 y 2022.
- Ese plan contemplaba subida de impuestos y eliminación de inversiones municipales.
- Sí, subir los impuestos un 25%, rebajar un 10% el coste salarial y no invertir ni un euro hasta 2030. No lo cumplieron. Lo estamos poniendo en marcha nosotros. Ya hemos subido el IBI y el impuesto sobre los vehículos un 15% y reduciremos un 5% el capítulo de personal.
- ¿La auditoría no ofrece otras soluciones?
- No. Se limita a diagnosticar el cáncer que sufren las cuentas municipales y cuáles han sido las causas que lo han generado.
- ¿Y usted qué cree?
- Yo creo que se ha trabajado sin control. Fíjese, hemos recopilado 17 informes firmados por funcionarios que demostrarían irregularidades. Algunas de ellas podrían reportar consecuencias penales.
- En definitiva, me está diciendo que gestiona ruina.
- Gestionamos deudas y tapar baches. Así de calamitosa es la situación. El Ayuntamiento no puede invitar a un café a ninguna autoridad que venga a visitarnos. Cuando lo hacemos, es a cuenta del bolsillo del alcalde o algún concejal. Y no paramos de recibir sustos, como el reciente aviso de corte de luz por una deuda de 60.000 euros.
- Se ha escuchado en la calle que le falta a usted la energía de un líder; que es su primer teniente, Álvaro, quien de verdad dirige.
- A mí también me ha llegado ese rumor. Quien lo piense está muy equivocado. Tal vez sea una cuestión de imagen que he de corregir. Pero no crea. Yo tengo mi personalidad y soy quien resuelve los problemas grandes. Es posible que transmita debilidad, pero ya he dado más de un golpe en la mesa. Somos un equipo, pero el alcalde soy yo.
- ¿Cuál es el mayor deseo del alcalde de Garrucha?
- Lo que más me importa es que el pueblo esté unido, y lo estoy consiguiendo. Si no tiramos todos juntos de Garrucha, no llegaremos a ninguna parte.
- ¿Considera que asignar a su equipo una de las nóminas políticas más altas de la comarca contribuye a tirar de Garrucha en la situación en que se encuentra el Ayuntamiento?
- Mi antecesora costaba a los garrucheros mucho más que yo. Es cierto que tenía una nómina inferior, pero sumaba dietas y desplazamientos que yo no cobro.
- ¿De verdad cree lógico que una de sus primeras decisiones fuera establecer unos sueldos políticos tan elevados? - Que el Ministerio rebaje los límites. Puedo garantizar que me gano el sueldo y estoy siendo rentable a Garrucha. Mi equipo trabaja a piñón y cobra menos que la mayoría de los trabajadores municipales.
- Su primer teniente presentó estando en la oposición varias querellas contra la exalcaldesa socialista por supuesto descontrol en el gasto de combustible, contratos irregulares, denegación de información y el empleo irregular de los 4 millones del agua, ¿comparte esas acusaciones?
- Absolutamente. De hecho, el PP va a solicitar la personación en todos ellos.
- ¿Y el Ayuntamiento?
- En principio no. No hay dinero para pagar abogados, aunque si se demuestra la existencia de perjuicios para el erario, reclamaremos el oportuno resarcimiento.
- Recuerdo que el Consistorio contrató al caro despacho de Javier Gómez Bermúdez para defender a la entonces regidora, ¿cuánto le han pagado?
- No ha cobrado ni un céntimo. Tampoco ha hecho nada, y tenemos sospechas sobre presuntas irregularidades en su contratación. Para empezar, la alcaldesa votó a favor en Junta de Gobierno siendo la beneficiaria. Por otro lado, el convenio se dividió en varias partes, una por cada querella. La única explicación es que no superara el límite establecido para los contratos menores que, además, no pueden durar más de un año. Al paso que va la justicia, dudo mucho que ninguna de las querellas se resuelva en menos tiempo. De hecho, ya ha transcurrido más de año y medio desde el acuerdo con Gómez Bermúdez. Por otra parte, la exalcaldesa debía pagar su defensa. Lo dice la ley. Si resulta inocente, la otra parte pagará las costas.
- Ustedes ya han sido varias veces denunciados por la oposición.
- Por ahora, PSOE y UCIN han presentado cinco. La primera solicitando la aplicación de la ley antitransfuguismo a los concejales de Garrucha con Andalucía; otra por haber vulnerado supuestamente la ley de protección de datos; otra por no haber justificado la urgencia de un Pleno; y, la última, por incumplir el plazo para la convocatoria de una sesión plenaria. He de reconocer que faltaron 7 minutos para las 48 horas preceptivas. Además, denunciaron a la Inspección de Trabajo la limpieza de un colegio realizada por voluntarios antes del comienzo del curso. Veremos en qué quedan.