“Cada partida contaminada de Marruecos causa alarma social y un daño incalculable”

José Navarro de Haro alerta que mantener una situación de competencia desigual puede acabar con el sector agrícola” en la provincia



ALMERÍA HOY / 14·10·2023

José Navarro de Haro es un gran productor de sandías. Lleva “más de 30 años” denunciando que Europa es demasiado permisiva con la calidad y cantidad de importaciones hortofrutícolas de otros países. Alerta que mantener una situación de competencia desigual puede acabar con el sector agrícola”, que en la provincia significaría “perder miles de empleos”.

- ¿Cómo afectan a la agricultura de la provincia las recientes noticias sobre detección de partidas de sandías marroquíes contaminadas con pesticidas prohibidos?
- Por desgracia, no es nada nuevo. Yo llevo más de 30 años denunciándolo. Tras cerca de medio siglo cultivando tomates, tuve que dejarlo en 2020 porque la competencia desleal que sufríamos por parte de Marruecos lo hizo inviable. Me vi obligado a desmontar las dos líneas de envasado que tenía en Palomares y también la de Cuevas. Ahora, la sandía lleva el mismo camino. Almería concentra algunos de los mayores productores de esta fruta, pero si España y la Unión Europea no adoptan medidas, nos veremos obligados a cerrar. Se perderán miles de empleos y la tierra se depreciará. Yo pregunto a los gobiernos nacional y europeo por qué no exigen a las importaciones de terceros países lo mismo que a nosotros.
- ¿Es que las leyes españolas y europeas son más permisivas con los productos de países terceros? - No. La ley es igual para todos, sin embargo, no se realizan los controles necesarios en las fronteras, y la alarma que se genera en la población cada vez que trasciende la detección de una partida contaminada, nos causa un daño incalculable, porque en los mercados, tiendas y autoservicios no se identifica con claridad suficiente el origen del producto, y los clientes dejan de comprar por miedo. Es un golpe que debemos sumar al que ya recibimos con la competencia de países, como Marruecos, en los que la mano de obra y el agua suponen un coste muy inferior al que soportamos en España. Entiendo que las naciones más atrasadas tienen derecho a desarrollarse, del mismo modo que lo hemos hecho nosotros, pero siempre partiendo de una premisa básica: Todos los productos que se comercialicen en Europa han de ser sanos y sostenibles, con independencia del lugar en que se cultiven.
- ¿En Europa son más exigentes que nosotros con los productos de otros países?
- Sólo con los de aquí. Si en Alemania o en Francia salta una alerta sanitaria por un producto español, nos bloquean inmediatamente. No es una afirmación gratuita. Ya lo hicieron los alemanes en 2011 con el pepino y resultó que era mentira, que la contaminación se produjo en destino. Sin embargo, con Marruecos no pasa nada, y cuando pedimos explicaciones, nunca son coherentes ni convincentes. El pesticida detectado recientemente en dos partidas de sandías marroquíes lleva más de 20 años prohibido en Europa. Si lo descubren en una fruta mía, podría acabar en la cárcel, porque en España, estos asuntos se dirimen en vía penal. La seguridad alimentaria es prioritaria en Europa, y debe serlo. Cada vez es más estricta, y me parece bien. El problema surge cuando se abren las fronteras sin aplicar los mismos criterios. Y debe ser Europa quien realice las inspecciones en origen, porque los controles sanitarios que se llevan a cabo en Marruecos no son nada fiables.
- ¿Tan mal se trabaja allí?
- Nunca es bueno generalizar. Tienen empresas que trabajan muy bien y siguen los mismos protocolos sanitarios que nosotros. Sin embargo, abundan las que no los cumplen, y las autoridades no son nada exigentes. En España también existen algunos piratas que habría que quitar de en medio.
- ¿Que usan pesticidas prohibidos?
- Aquí nadie se arriesga a usarlos porque los controles son exhaustivos y efectivos. En otros países son más laxos, sobre todo en los momentos de tensión, en meses de producción alta. Por eso es necesario que actúe la administración. No es tan complicado. En temporada, a España entran 40 camiones al día con sandías de Marruecos. Bastaría con tomar una muestra de cada remolque. Los resultados están listos en cinco horas, y el que no pase el control, se devuelve a su país. Hacerlo así, tendría un enorme efecto pedagógico, porque cuando el productor marroquí sepa que sus frutas van a ser analizadas, dejará de emplear lo que no debe.
- Si la solución es tan fácil como apunta, ¿por qué no se pone en marcha? ¿tal vez por la influencia de grupos de presión o por debilidades del Gobierno español con Marruecos?
- Yo no soy mal pensado. Más que una mano negra, veo dejadez en los responsables de controlar. Deberían ser más eficientes a la hora de cumplir su cometido, porque en sus manos está una parte del futuro de la agricultura, un sector muy importante para la economía del país.
- ¿Qué papel deberían jugar los gobiernos?
- Nos deben apoyar más. No digo que no lo hagan, pero tendrían que dar más importancia a un sector que ha demostrado sobradamente su valía. ¿O ya hemos olvidado que en los tiempos duros de la pandemia no faltaron frutas ni hortalizas en las tiendas?
- La entrada a Europa de frutas y hortalizas de terceros países, ¿llega a provocar que aquí se quede parte de la producción sin recoger?
- Claro que sí. La competencia es buena. Nos empuja a mejorar, pero es preciso regularla. Insisto en mi deseo de que Marruecos se desarrolle, pero ordenadamente, tanto en calidad, observando las mismas normas que nosotros, como también en cantidad, respetando un cupo, igual que hace España.
- Para concluir, ¿tiene futuro la agricultura en la provincia?
- Sin duda. De hecho, mis hijos se han incorporado a la gestión de las empresas del grupo familiar. Los agricultores producimos alimentos, y la gente come todos los días. Es verdad que el sector ha cambiado mucho en pocos años. Hoy, son grandes empresas, altamente profesionalizadas y con muchas hectáreas las que trabajan el campo. Quedan muy pocas explotaciones pequeñas. Si tenemos agua, hay futuro para la agricultura en Almería.