La Junta ha puesto en marcha una campaña para captar voluntarios que acojan a los 2.000 niños andaluces que necesitan protección, 350 de ellos en la provincia de Almería. Trata de salvar a los pequeños de “situaciones complicadas y dolorosas”, explica la delegada del Gobierno, Aránzazu Martín
ALMERÍA HOY / 10·07·2023
- ¿Qué destacaría de este programa de acogida?
- El gran corazón, la vida y felicidad que transmite a los niños a los que está destinado. En Almería son 350, de los que 92 tienen menos de 12 años. La cifra se eleva a 2.000 en toda Andalucía. El título de la campaña que hemos puesto en marcha -‘Acoger, adoptar, colaborar da mucho’- comprende las tres modalidades en que se puede participar.
- ¿A quiénes se destina este programa?
- Hay de todo, pero siempre son situaciones complicadas. Nuestro objetivo es buscar la reagrupación familiar, pero hay veces en que no se consigue porque, sobre todo, somos muy garantistas. Entre los casos, que gestionamos, está el bebé de Roquetas que apareció abandonado en un contenedor. Abundan los hijos de muchachas inmigrantes que han de volver a su país para contraer un matrimonio concertado, pero han quedado embarazadas y no pueden aparecer allí con un hijo… Son circunstancias muy diversas y dolorosas.
- ¿La ley impide que niños que han pasado por los casos que acaba de manifestar vuelvan con sus madres?
- La ley no pone impedimentos, pero las administraciones han de proporcionar medios suficientes para que los niños acaben en su familia, pero siempre con las mejores garantías para los chiquillos.
- ¿Cómo viven los niños estas situaciones?
- Procuramos que de la mejor manera posible. El programa se desarrolla con mucha profesionalidad. Cuenta con pedagogos y gente especializada que aporta mucho calor humano y psicología emocional. Además, los niños son muy fuertes, bastante más de lo que imaginamos. Cuando entran en una familia de acogimiento, se les ve muy felices. Para ellos supone una experiencia muy reconfortante.
- ¿Y para las familias de acogida?
- También. Algunas llegan a adoptar al niño tras haberlo acogido en casa. La adopción no es un trámite tan largo como la mayoría piensa. Lo que ocurre es que casi todos prefieren un hijo con menos de tres años y sin discapacidad.
- El programa trata de acoger, adoptar y, además, colaborar. Las dos primeras opciones parecen claras, pero, ¿cómo se puede colaborar?
- La colaboración consiste en acoger al niño durante periodos no lectivos, como fines de semana y vacaciones. Conviven esos lapsos de tiempo con sus familias de acogida.
- Hablando de tiempo, ¿hasta cuánto puede durar una acogida?
- Hay muchas posibilidades. Desde la acogida de urgencia, que no se prolonga nunca más de seis meses, hasta la denominada temporal, que amplía el tiempo hasta dos años, o la permanente, en la que no existe un límite determinado.
- ¿Qué se entiende por acogida de urgencia?
- Son las dirigidas a niños arrebatados o de familias vulnerables. Procuramos que no pisen el centro de menores para evitar que acaben adquiriendo el síndrome de institucionalización.
- Y los almerienses, ¿responden a llamadas como las que ustedes hacen buscando familias de acogida?
- Sí que lo hacen. Estamos muy agradecidos a la generosidad de los almerienses. En menos de un mes de campaña ya se han inscrito 12 familias. Es fácil apuntarse. Todo está muy claramente explicado en la página www.acogeadoptacolabora.es. Son muchos los niños que lo necesitan.
- ¿Qué le cuentan las familias tras una experiencia de acogida?
- Es muy gratificante escucharlas. Emociona ver tanto amor y entrega como ofrecen. La mayoría dicen que acogen por egoísmo, porque les reconforta hacer felices a esos niños.
- Para terminar, cuál es el objetivo final?
- Como ya he señalado, intentamos que el niño vuelva a su familia de origen. Los profesionales se ocupan de discernir cuándo es el momento adecuado, porque el bienestar de los críos está por encima de todo. A mí me gusta ponerme en la piel de esas familias. Nadie está libre de pasar un bache a lo largo de su vida, y eso no significa que deba sufrir una condena perpetua, como es la pérdida de un hijo. En esos momentos deben actuar los servicios sociales. Para proteger a los niños y devolverlos a su ambiente natural cuando se dan las garantías precisas. Entre los suyos es donde mejor pueden estar.
- El gran corazón, la vida y felicidad que transmite a los niños a los que está destinado. En Almería son 350, de los que 92 tienen menos de 12 años. La cifra se eleva a 2.000 en toda Andalucía. El título de la campaña que hemos puesto en marcha -‘Acoger, adoptar, colaborar da mucho’- comprende las tres modalidades en que se puede participar.
- ¿A quiénes se destina este programa?
- Hay de todo, pero siempre son situaciones complicadas. Nuestro objetivo es buscar la reagrupación familiar, pero hay veces en que no se consigue porque, sobre todo, somos muy garantistas. Entre los casos, que gestionamos, está el bebé de Roquetas que apareció abandonado en un contenedor. Abundan los hijos de muchachas inmigrantes que han de volver a su país para contraer un matrimonio concertado, pero han quedado embarazadas y no pueden aparecer allí con un hijo… Son circunstancias muy diversas y dolorosas.
- ¿La ley impide que niños que han pasado por los casos que acaba de manifestar vuelvan con sus madres?
- La ley no pone impedimentos, pero las administraciones han de proporcionar medios suficientes para que los niños acaben en su familia, pero siempre con las mejores garantías para los chiquillos.
- ¿Cómo viven los niños estas situaciones?
- Procuramos que de la mejor manera posible. El programa se desarrolla con mucha profesionalidad. Cuenta con pedagogos y gente especializada que aporta mucho calor humano y psicología emocional. Además, los niños son muy fuertes, bastante más de lo que imaginamos. Cuando entran en una familia de acogimiento, se les ve muy felices. Para ellos supone una experiencia muy reconfortante.
- ¿Y para las familias de acogida?
- También. Algunas llegan a adoptar al niño tras haberlo acogido en casa. La adopción no es un trámite tan largo como la mayoría piensa. Lo que ocurre es que casi todos prefieren un hijo con menos de tres años y sin discapacidad.
- El programa trata de acoger, adoptar y, además, colaborar. Las dos primeras opciones parecen claras, pero, ¿cómo se puede colaborar?
- La colaboración consiste en acoger al niño durante periodos no lectivos, como fines de semana y vacaciones. Conviven esos lapsos de tiempo con sus familias de acogida.
- Hablando de tiempo, ¿hasta cuánto puede durar una acogida?
- Hay muchas posibilidades. Desde la acogida de urgencia, que no se prolonga nunca más de seis meses, hasta la denominada temporal, que amplía el tiempo hasta dos años, o la permanente, en la que no existe un límite determinado.
- ¿Qué se entiende por acogida de urgencia?
- Son las dirigidas a niños arrebatados o de familias vulnerables. Procuramos que no pisen el centro de menores para evitar que acaben adquiriendo el síndrome de institucionalización.
- Y los almerienses, ¿responden a llamadas como las que ustedes hacen buscando familias de acogida?
- Sí que lo hacen. Estamos muy agradecidos a la generosidad de los almerienses. En menos de un mes de campaña ya se han inscrito 12 familias. Es fácil apuntarse. Todo está muy claramente explicado en la página www.acogeadoptacolabora.es. Son muchos los niños que lo necesitan.
- ¿Qué le cuentan las familias tras una experiencia de acogida?
- Es muy gratificante escucharlas. Emociona ver tanto amor y entrega como ofrecen. La mayoría dicen que acogen por egoísmo, porque les reconforta hacer felices a esos niños.
- Para terminar, cuál es el objetivo final?
- Como ya he señalado, intentamos que el niño vuelva a su familia de origen. Los profesionales se ocupan de discernir cuándo es el momento adecuado, porque el bienestar de los críos está por encima de todo. A mí me gusta ponerme en la piel de esas familias. Nadie está libre de pasar un bache a lo largo de su vida, y eso no significa que deba sufrir una condena perpetua, como es la pérdida de un hijo. En esos momentos deben actuar los servicios sociales. Para proteger a los niños y devolverlos a su ambiente natural cuando se dan las garantías precisas. Entre los suyos es donde mejor pueden estar.