¿La iglesia en Almería no es transparente?


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

En la Iglesia, como en toda asociación o secta social o política, la transparencia de sus dirigentes no está en sus ADN. No es justo decir que la Iglesia en Almería, formada por miles y miles de hombres y mujeres, no sea transparente, la opacidad de la que se le acusa hay que ponerla solo en haber del actual obispado y los dirigentes que rigen los destinos de los católicos almerienses.

Hace unas semanas les daba a conocer una carta de una AAVV sobre lo que estaba ocurriendo en Huércal Overa, y concretamente en el Barrio de San Isidro, con la Iglesia, los vecinos y la imagen de San Isidro. La carta no fue contestada por el obispo, la curia no se dignó dirigirse (o no le debió parecer ser interesante hacerlo), a estos vecinos en un intento de buscar una solución a lo que venía ocurriendo en la iglesia de este barrio y con San Isidro como protagonista.

El actual obispo almeriense tiene cara de santo, eso no lo duda nadie, pero lo mismo el hombre o no se entera de lo que ocurre en su entorno, o está siempre pensando en las cosas de Dios, dejando en otras manos lo que ocurre entre los parroquianos de esta provincia. El que el Obispado de Almería se encuentre entre los últimos cinco de España en lo que a transparencia se refiere, debería hacerle pensar al buen obispo en que hay algo o alguien que no está funcionando como debería.

No sé si la carta de la AAVV del Barrio de San Isidro llegó a sus manos, si la leyó, y mandó ser investigada, contestada y, a ser posible, encontrar una solución al problema planteado. Si llegó a sus manos y no hizo nada por ella, abunda en la información aparecida de la baja, casi nula transparencia del Obispado de la provincia. Entre los últimos cinco de España. Si la leyó y mandó que alguien tomara cartas en el asunto, y no se ha hecho hasta el momento, hora es de que deje de mirar al cielo y preste algo más de atención a los que pasean por las calles y barrios de su diócesis y que se dicen y se sienten católicos.

En cualquiera de los dos supuestos, don Antonio (el santo y buen obispo, como me cuenta mi amigo Diego Hernández, con el que he mantenido contacto durante una peregrinación a Tierra Santa), debería mirar en su entorno, en su gente de confianza, en las personas en las que ha delegado la solución a los problemas que tiene el pueblo de Dios en las parroquias de nuestra provincia.

Se empieza por no contestar una carta y se acaba entre los obispados más opacos, menos transparentes de nuestro país. No piensen que no vamos a seguir contando la historia del barrio de San Isidro en Huércal Overa, lo seguiremos haciendo hasta que se dé una solución a los problemas de estos feligreses, aunque en las redes algunos hablen de colores amarillos por nuestra parte, cuando se debería preocupar de los negros que pintan la falta de transparencia del obispado, ocupando en estos tiempos los últimos lugares de España.