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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos
No creo que tengamos que echar toda la culpa sobre los asentamientos a Esperanza Pérez, la alcaldesa del municipio, pero alguna tiene. En más de una y de dos ocasiones le hemos leído en prensa unos artículos sobre las soluciones que estaba planeando su equipo de gobierno sobre las chabolas levantadas en los asentamientos en las tierras de Níjar. Es de imaginar que no era ella la que escribía los artículos, seguro que tenía lo que se ha dado en llamar un “negro” en esta profesión que le escribía los guiones y la hacía quedar bien ante la opinión pública, pero aquella realidad que aguantaba el papel, no era fácil de llevar a la práctica. Su gran pecado fue hacer creer a la sociedad que la solución estaba en sus manos, que ella sola conseguiría acabar con los asentamientos y el terrible chabolismo, y al final, como ocurre en situaciones como la que se está viviendo en Níjar, el problema ha podido con ella y con el espejismo que nos ofrecían sus artículos. Solo había que esperar para ver como el triunfo se le escapaba de las manos.
Y se le ha escapado.
La mayoría de los partidos a la izquierda del PSOE y de los sindicatos que no controla, UGT y Cocos, se han posicionado en contra de las últimas actuaciones que está llevando a cabo en el tema de los asentamientos, y las explicaciones que está dando la primera autoridad no recibe el aplauso unánime de la sociedad. Reitero que no es culpa solo de la alcaldesa y del ayuntamiento nijareño. Lo que se está viviendo en este y algún otro municipio almeriense con los asentamientos de inmigrantes necesita de una solución en la que se deberían poner de acuerdo todas las administraciones. O se hace una acción global, incluidos los propios empresarios que se benefician del trabajo de estas personas, o nunca se va a encontrar ese punto en el que unos y otros encuentren lo mejor para sus vidas y sus familias.
El querer desmantelar todo un poblando con cientos de personas, porque se tienen unas cuantas habitaciones preparadas y para unos meses de trabajo, es no conocer lo que de verdad se está viviendo en esos poblados, o ponerse la venda delante de los ojos, y eso puede estar ocurriendo en el ayuntamiento nijareño. Las soluciones habitacionales de las que se han venido hablando desde el despacho de la alcaldesa de Níjar no parecen encontrar demasiados apoyos en la sociedad afectada.
No me canso de insistir. Los asentamientos ilegales no podemos hacer que los paguen solo los ayuntamientos, que quede claro. Hay que buscar el apoyo del gobierno central y el de la comunidad. Pero a veces da la impresión de que los responsables de Sevilla y Madrid están más preocupados por la política de altura que aquella que afecta directamente a los ciudadanos. Nos preocupan más los patos de las salinas, las tortugas moras o el paisaje de Sierra Alhamilla que las personas que malviven en chabolas en nuestra provincia.
Y en medio de la polémica creada en Níjar hay silencios, algunos podríamos decir que algo sospechosos, otros ya se esperaban. Por cierto, en los últimos días no hemos leído a doña Esperanza Pérez. Lo mismo es mejor que no le escriban ese guion.
Y se le ha escapado.
La mayoría de los partidos a la izquierda del PSOE y de los sindicatos que no controla, UGT y Cocos, se han posicionado en contra de las últimas actuaciones que está llevando a cabo en el tema de los asentamientos, y las explicaciones que está dando la primera autoridad no recibe el aplauso unánime de la sociedad. Reitero que no es culpa solo de la alcaldesa y del ayuntamiento nijareño. Lo que se está viviendo en este y algún otro municipio almeriense con los asentamientos de inmigrantes necesita de una solución en la que se deberían poner de acuerdo todas las administraciones. O se hace una acción global, incluidos los propios empresarios que se benefician del trabajo de estas personas, o nunca se va a encontrar ese punto en el que unos y otros encuentren lo mejor para sus vidas y sus familias.
El querer desmantelar todo un poblando con cientos de personas, porque se tienen unas cuantas habitaciones preparadas y para unos meses de trabajo, es no conocer lo que de verdad se está viviendo en esos poblados, o ponerse la venda delante de los ojos, y eso puede estar ocurriendo en el ayuntamiento nijareño. Las soluciones habitacionales de las que se han venido hablando desde el despacho de la alcaldesa de Níjar no parecen encontrar demasiados apoyos en la sociedad afectada.
No me canso de insistir. Los asentamientos ilegales no podemos hacer que los paguen solo los ayuntamientos, que quede claro. Hay que buscar el apoyo del gobierno central y el de la comunidad. Pero a veces da la impresión de que los responsables de Sevilla y Madrid están más preocupados por la política de altura que aquella que afecta directamente a los ciudadanos. Nos preocupan más los patos de las salinas, las tortugas moras o el paisaje de Sierra Alhamilla que las personas que malviven en chabolas en nuestra provincia.
Y en medio de la polémica creada en Níjar hay silencios, algunos podríamos decir que algo sospechosos, otros ya se esperaban. Por cierto, en los últimos días no hemos leído a doña Esperanza Pérez. Lo mismo es mejor que no le escriban ese guion.