Desde la atalaya de su experiencia, Inocencio Arias habla de la realidad actual como es habitual en él, sin frenos en la lengua
ALMERÍA HOY / 08·08·2020
La imagen de la Diplomacia en España permanece aún adosada a
la de este albojense y su sempiterna pajarita. No en vano ha sido el portavoz
del Ministerio de Asuntos Exteriores con gobiernos de tres partidos diferentes,
UCD, PSOE y PP, algo verdaderamente insólito en un país tan “polarizado” como
el nuestro. Ahora, desde la atalaya de su experiencia, Inocencio Arias es un
observador excepcional de la realidad y un analista agudo sin frenos en la
lengua.
- La Roca Tarpeya, el
lugar donde los romanos ejecutaban a los delincuentes, estaba próxima al
Capitolio. Tal vez sea una metáfora sobre lo cerca que está el poder del
delito. ¿Cree usted que alguno de nuestros gobernantes merecería ser llevado
allí por su gestión en estos últimos meses?
- Si hablamos de delitos tipificados en el Código Penal, no estoy
muy seguro, pero si nos referimos a la mentira o la incompetencia sí que habría
que tirar de las orejas a más de uno.
- Todos sabemos que
con la pandemia estamos viviendo una situación insólita, ¿se podrían calificar
de aceptables las decisiones del gobierno?
- Cualquier gobierno, de derechas o de izquierdas, de Aznar
o de Felipe González, habría cometido errores, pero el actual los ha perpetrado
mucho más de lo imaginable y ha tratado de camuflarlos. La derecha habría
metido también la pata, porque la catástrofe es tremenda, sin embargo, estoy
convencido de que bastante menos y no alardearía tanto. El actual Ejecutivo ha
situado en puestos claves a personas claramente incapacitadas para un trabajo
hercúleo como el que se ha presentado porque tuvo que colocar a mucha gente. Es
un gabinete incapaz y muy ideologizado. Y puedo dar nombres.
- Hágalo, por favor.
- Illa parece buena persona, pero no tiene ni idea de
Sanidad. Por otra parte, Marlasca es un farsante. A pesar de ser juez, se calla
cuando el vicepresidente pone a los jueces a caer de un burro. A Pedro Sánchez
lo ves y sabes que va a decir una mentira o algo tan evidente como que el sol
sale por el este.
- En el caso de
Sánchez, todos le hemos visto defender en muy corto espacio de tiempo una cosa
y la contraria con muchas soltura, no obstante, los ciudadanos parecen
admitirlo.
- Porque en la España actual la izquierda tiene más bula. Si
los errores del actual Gobierno los hubiera cometido la derecha, Podemos habría
llenado las calles de gente haciendo escraches. Sin embargo, los españoles son
más permisivos con la izquierda y le da al PSOE un margen de error más grande.
No le puedo decir por qué, pero así ocurre. Le voy a poner un ejemplo, ¿por qué
muchos ciudadanos consideran que Vox es un impresentable partido fascista que
apesta mientras entienden que Podemos es una izquierda democrática y
presentable que huele bien? El partido de Pablo Iglesias tiene un programa de
gestión totalmente leninista y totalitario, pero se le perdona porque es ‘ultra’
de izquierdas. Con la derecha no se es tan indulgente.
- El término
ultraderecha se ha hecho muy popular y convertido en arma arrojadiza. ¿Es
ultraderecha un partido como Vox que se postula defensor de un concepto básico
de la democracia como es el de la separación de poderes?
- Vox es un partido de derechas. No lo niegan, pero se
empeñan en ponerle etiquetas con ánimo insultante porque un determinado sector
no tolera que se puedan defender ideas distintas a las suyas. Tiene usted el
ejemplo de lo que sucedió el pasado 8 de marzo. El Gobierno permitió muchos
actos estúpidos, como las manifestaciones feministas o el acto de Vox en Vista
Alegre. Ambos fueron censurables, pero mientras Vox pidió perdón públicamente
tres días más tarde, el Gobierno no lo hizo, y su caso era más grave porque
disponía de una información que no tenía Abascal.
- Luego es más reprochable
el comportamiento del Gobierno.
- Efectivamente. Ya tenía pruebas irrefutables de lo que
estaba ocurriendo y había recibido dos advertencias, una de la Organización
Mundial de la Salud y otra de la Unión Europea. Ambos organismos alertaron
sobre lo contraproducente que resultaba celebrar actos multitudinarios en ese
momento. Sin embargo, el Gobierno alentó la participación en las
manifestaciones. Y sé que sostener una evidencia como la que acabo de decir
supondrá que una buena parte de la población me tilde de fascista ¡qué le vamos
a hacer!
- ¿Tiene usted
esperanza en que un día prevalezca la razón sobre las etiquetas y seamos
capaces los españoles de analizar en función de los hechos por encima de las
simpatías?
- Por desgracia, España está muy polarizada. Aquí jamás se
reconoce ningún mérito al adversario. Además, la izquierda tiene en nuestro
país una bula que no posee la derecha. Si el PP hubiera metido la pata como el
Gobierno de Sánchez e Iglesias, en las siguientes elecciones perderían por
goleada. Sin embargo, aguantamos estoicamente a un Ejecutivo mentiroso
presidido por un señor que se inventa una tesis que no hizo y la factura que se
le pasa es muy reducida.
- Definida la
situación, hábleme del papel que están jugando los medios de comunicación.
- El Gobierno sabe qué medios influyen. Por eso presta más
atención a El País que a El Mundo, ABC y La Verdad de Murcia juntos; en radio a
la SER y en televisión a La Sexta. Se deben a empresas privadas que se les
supone independientes, aunque todos podemos dar fe de la facilidad con que
cierran los ojos, o al menos los entornan, ante aquellos hechos que pueden
molestar a la Moncloa. Cuando a aquel general de la Guardia Civil se le escapó
que había que impedir que se desprestigiara al Gobierno, una buena parte de la
prensa, menos El País y algún otro, se revolvió contra lo que era un
impresentable modo de censura. El País publicó el asunto con un titular ambiguo
porque, aun siendo un periódico independiente de la mañana, como señala en su
cabecera, tiene su corazoncito.
- ¿Por qué cree que
seduce más la izquierda?
- Es cierto que, al menos en España, se ha implantado una
cultura de que votar a la derecha es franquista, pero optar por el PSOE no es
hacerlo por lo peor de la República. Ha calado que el Partido Socialista de
Felipe González es un referente de la izquierda socialdemócrata civilizada y no
tiene nada que ver con el de Negrín. No obstante, para muchos españoles la
derecha es carca y casposa. En Andalucía, abunda esta idea, desde luego.
- Bueno, en esta
comarca lleva bastante tiempo imponiéndose en las urnas la derecha.
- No olvide que aquí ha reinado el PSOE durante 37 años en
los que ha hecho muchas cosas buenas y otras malas que jamás recordarán. En
Educación estamos a la cola de Europa, sin embargo, nada más ser apeados del
Gobierno andaluz salieron a la calle en defensa de un modelo de enseñanza
fracasado.
- ¿Salieron a la
calle empujados, tal vez, por estar convencidos de que el poder era suyo e
intransferible?
- Así es. Se da también en otras latitudes, pero en
Andalucía, la izquierda está convencida de que es la heredera legítima del
poder y que gobierne el PP va ‘contra natura’. Es una forma de pensar nada
demócrata.
- ¿Cree que habrá
puesto de los nervios a algún lector?
- La verdad es que no me importa. Yo he defendido con
denuedo al PSOE de Felipe González, que tenía una manera responsable de
gobernar, pero el de ahora no tiene nada que ver con ese partido. Y Felipe lo
sabe.