El doctor Francisco Contreras lleva treinta años trabajando ininterrumpidamente en poblados argáricos de Granada y Jaén y no entiende cómo es posible que durante ese tiempo sólo se hayan realizado algunos trabajos esporádicos en el Levante almeriense
El doctor Francisco Contreras (izda) junto al presidente de la Asociación Amigos de El Argar, Julián Pérez. |
ALMERÍA HOY / 21·04·2019
El doctor Francisco Contreras, que lleva treinta años trabajando ininterrumpidamente en los poblados argáricos de Castellón Alto, en Galera, municipio de Granada, y Peñalosa, en Baños de la Encina, provincia de Jaén, no entiende cómo es posible que durante ese tiempo sólo se hayan realizado algunos trabajos esporádicos en nuestra comarca. El profesor afirma que la magnitud de El Argar es tal, que necesita un equipo investigador “muy fuerte”.
“Es una pena que yacimientos como Gatas o Fuente Álamo no hayan seguido estudiándose en el tiempo. Gatas es un yacimiento importantísimo, muy prometedor, y no entiendo cómo no se siguió excavando ahí. No creo que fuera únicamente una cuestión de dinero”. Con esta declaración, el profesor Contreras muestra su incredulidad ante el estado de abandono en que se encuentra el estudio de una zona tan rica en patrimonio arqueológico como es el Levante almeriense.
Además, señala una posible causa, más benigna, que ayudará a explicar esta situación. “Siret –dice- fue muy beneficioso pero, también ha sido muy perjudicial. Fue tan ingente su trabajo en esta comarca que da la impresión de que ya se conoce todo lo que se puede saber sobre la prehistoria de Almería. Confieso que, precisamente por eso, la Universidad de Granada se ha centrado en el estudio de territorios nuevos. Yo me he planteado excavar en El Argar, pero entonces caes en la cuenta de que antes de dar el primer golpe de piqueta tienes que recuperar todo el trabajo que hizo Siret, saber dónde excavó, limpiar, recuperar lo que hizo y sacar a la luz lo que escribió, que no es cualquier cosa. También he de decir que El Argar se merece un equipo de investigación muy fuerte. Aquí no se puede dejar que excave cualquiera”.
Francisco Contreras es catedrático de Prehistoria en la Universidad de Granada, la misma en la que obtuvo el doctorado con premio extraordinario hace ya treinta años, los que lleva estudiando y descubriendo poblados como los de Castellón Alto, en la localidad granadina de Galera, o el de Peñalosa, en Baños de la Encina, muy cerca de Linares.
Se le nota la emoción cuando habla de este último proyecto: “Ahora, una vez aflorado y consolidado parte del poblado y de las murallas, pretendemos hacerlo visitable de una manera más cómoda. Estamos haciendo un camino, queremos poner una pasarela de madera y algunos paneles. El Ayuntamiento tiene un punto de información y un museo en el que hemos trabajado nosotros. Estableceremos un itinerario con una visita guiada que partiría desde ese museo, continuaría por el castillo árabe de Burgalimar y finalizaría en Peñalosa. Lo fundamental es que la gente salga conociendo la cultura argárica y la historia de Baños”.
En Galera y en Baños hace lo que es imposible de realizar aquí, en donde empezó todo: “Llevo a mis alumnos a Castellón Alto o a Peñalosa y sentimos la prehistoria. Vemos las casas en que vivían las personas que habitaron esos poblados, recorremos las calles por las que transitaban, los lugares en donde siguen enterrados los muertos. Estar allí es trasladarse al pasado y sentir cómo brota el amor por la prehistoria”.
Asegura el profesor que “la Cultura Argárica es muy homogénea y se expandió en un periodo de unos 300 años por Granada y Jaén, en donde identificamos poblaciones con las mismas características que aquí, los mismos rituales, las mismas formas metálicas y cerámicas. Se fue extendiendo mediante la copia de sus elementos típicos en un espacio cada vez más amplio”.
“Se trataba –subraya- de una expansión de una forma de ser y de ver la vida que fue siendo asumida por los pueblos vecinos que se fueron integrando en una misma cultura”.
“En la época argárica –explica el doctor Contreras- hubo movimiento de ideas y de personas, pero eran sociedades muy endogámicas que formaban parejas entre individuos de la comunidad, aunque había excepciones. En Peñalosa descubrimos a una mujer cuya dieta estaba basada en crustáceos, algo insólito entre el resto de la población. Eso indica que esta señora provenía de otra población. Relaciones de personas de otros lugares tuvo que haber, pero debemos quitarnos de la cabeza la imagen de migraciones masivas, que nunca han existido ni en la historia ni en la prehistoria en la península ibérica”.
A las relaciones ‘sociales’ existentes habría que añadir las económicas, que “estarían basadas en el intercambio, aunque en esta época ya se fabricaban lingotes de metal de medidas y peso similares, que se usaban en esas prácticas de trueque y que podemos entender como precursores de las monedas. Mediante análisis, los investigadores están identificando el mineral procedente de Sierra Morena en los poblados argáricos de Granada y Almería. Además, no tenemos aquí indicios mineros de época argárica. De fundición sí, pero de minería no. En el Levante almeriense había mucha producción de metal, pero no actividad minera, luego el mineral tenía que venir de otros sitios”.
“Es algo muy curioso –abundaba el profesor-, porque sí tenemos datos de minería en Millares, en la Edad del Cobre, pero en el bronce no los hay. Es posible que se trate sólo de una laguna o que la minería industrial del XIX acabara con todo vestigio de minería prehistórica. Habría que investigar en Sierra Almagrera, donde hay referencias de extracción de las épocas del cobre y romana, pero no tenemos datos del bronce. Cerro Minado, en Huércal Overa, es una explotación de la Edad del Cobre. También hay que decir que la minería de aquella época era muy superficial y no sería de extrañar que los filones conocidos entonces en esta zona se hubieran agotado con anterioridad”.
“Pero además de la minería, es muy importante la extracción del metal mediante hornos. Esa parte del proceso no aparece ni en Murcia ni en Almería. Sólo en Sierra Morena”.
A la hora de hablar de ‘Estado Argárico’, Francisco Contreras se muestra más cauto: “No podemos plantearnos la idea de organización estatal tal y como la concebimos hoy. Con los medios de que disponían los argáricos era imposible controlar desde Antas lo que ocurría en Sierra Morena y, mucho menos, un territorio de más de cien mil kilómetros cuadrados. Es más posible que existiera una interrelación entre élites de distintas poblaciones que compartían una misma cultura y que se apoyaban”.
Una civilización sobre cuyo final el doctor Contreras mantiene que “tuvo mucha importancia la evolución tecnológica y la escasa competitividad del bronce elaborado aquí con arsénico a falta de estaño, pero no debemos descartar la aparición de otras causas como algún gran desastre. Hoy la tecnología nos permite vivir en parajes como éste en donde sería imposible hacerlo en época argárica. La vegetación y la fauna eran indispensables para mantener a la población. Una sequía continuada durante varios años haría imposible vivir aquí. A partir del 1400 a.C., se ve cómo la Baja Andalucía va a marcar el ritmo civilizador y económico de la península, mientras el sureste se viene abajo. El fin de El Argar tal vez se debiera al comienzo de la desertificación que empezó a hacer más difícil vivir”.
En lo que no alberga dudas es sobre la necesidad de trabajar por la consideración de la Cultura Argárica como Patrimonio de la Humanidad: “Todos los pueblos que componen el antiguo territorio argárico deben unir sus fuerzas para que la Cultura Argárica sea reconocida como Patrimonio de la Humanidad. Es un primer paso para protegerlo, y debería unirse Los Millares, porque El Argar no se entiende sin Millares”.
“Es una pena que yacimientos como Gatas o Fuente Álamo no hayan seguido estudiándose en el tiempo. Gatas es un yacimiento importantísimo, muy prometedor, y no entiendo cómo no se siguió excavando ahí. No creo que fuera únicamente una cuestión de dinero”. Con esta declaración, el profesor Contreras muestra su incredulidad ante el estado de abandono en que se encuentra el estudio de una zona tan rica en patrimonio arqueológico como es el Levante almeriense.
Además, señala una posible causa, más benigna, que ayudará a explicar esta situación. “Siret –dice- fue muy beneficioso pero, también ha sido muy perjudicial. Fue tan ingente su trabajo en esta comarca que da la impresión de que ya se conoce todo lo que se puede saber sobre la prehistoria de Almería. Confieso que, precisamente por eso, la Universidad de Granada se ha centrado en el estudio de territorios nuevos. Yo me he planteado excavar en El Argar, pero entonces caes en la cuenta de que antes de dar el primer golpe de piqueta tienes que recuperar todo el trabajo que hizo Siret, saber dónde excavó, limpiar, recuperar lo que hizo y sacar a la luz lo que escribió, que no es cualquier cosa. También he de decir que El Argar se merece un equipo de investigación muy fuerte. Aquí no se puede dejar que excave cualquiera”.
Francisco Contreras es catedrático de Prehistoria en la Universidad de Granada, la misma en la que obtuvo el doctorado con premio extraordinario hace ya treinta años, los que lleva estudiando y descubriendo poblados como los de Castellón Alto, en la localidad granadina de Galera, o el de Peñalosa, en Baños de la Encina, muy cerca de Linares.
Se le nota la emoción cuando habla de este último proyecto: “Ahora, una vez aflorado y consolidado parte del poblado y de las murallas, pretendemos hacerlo visitable de una manera más cómoda. Estamos haciendo un camino, queremos poner una pasarela de madera y algunos paneles. El Ayuntamiento tiene un punto de información y un museo en el que hemos trabajado nosotros. Estableceremos un itinerario con una visita guiada que partiría desde ese museo, continuaría por el castillo árabe de Burgalimar y finalizaría en Peñalosa. Lo fundamental es que la gente salga conociendo la cultura argárica y la historia de Baños”.
En Galera y en Baños hace lo que es imposible de realizar aquí, en donde empezó todo: “Llevo a mis alumnos a Castellón Alto o a Peñalosa y sentimos la prehistoria. Vemos las casas en que vivían las personas que habitaron esos poblados, recorremos las calles por las que transitaban, los lugares en donde siguen enterrados los muertos. Estar allí es trasladarse al pasado y sentir cómo brota el amor por la prehistoria”.
Asegura el profesor que “la Cultura Argárica es muy homogénea y se expandió en un periodo de unos 300 años por Granada y Jaén, en donde identificamos poblaciones con las mismas características que aquí, los mismos rituales, las mismas formas metálicas y cerámicas. Se fue extendiendo mediante la copia de sus elementos típicos en un espacio cada vez más amplio”.
“Se trataba –subraya- de una expansión de una forma de ser y de ver la vida que fue siendo asumida por los pueblos vecinos que se fueron integrando en una misma cultura”.
“En la época argárica –explica el doctor Contreras- hubo movimiento de ideas y de personas, pero eran sociedades muy endogámicas que formaban parejas entre individuos de la comunidad, aunque había excepciones. En Peñalosa descubrimos a una mujer cuya dieta estaba basada en crustáceos, algo insólito entre el resto de la población. Eso indica que esta señora provenía de otra población. Relaciones de personas de otros lugares tuvo que haber, pero debemos quitarnos de la cabeza la imagen de migraciones masivas, que nunca han existido ni en la historia ni en la prehistoria en la península ibérica”.
A las relaciones ‘sociales’ existentes habría que añadir las económicas, que “estarían basadas en el intercambio, aunque en esta época ya se fabricaban lingotes de metal de medidas y peso similares, que se usaban en esas prácticas de trueque y que podemos entender como precursores de las monedas. Mediante análisis, los investigadores están identificando el mineral procedente de Sierra Morena en los poblados argáricos de Granada y Almería. Además, no tenemos aquí indicios mineros de época argárica. De fundición sí, pero de minería no. En el Levante almeriense había mucha producción de metal, pero no actividad minera, luego el mineral tenía que venir de otros sitios”.
“Es algo muy curioso –abundaba el profesor-, porque sí tenemos datos de minería en Millares, en la Edad del Cobre, pero en el bronce no los hay. Es posible que se trate sólo de una laguna o que la minería industrial del XIX acabara con todo vestigio de minería prehistórica. Habría que investigar en Sierra Almagrera, donde hay referencias de extracción de las épocas del cobre y romana, pero no tenemos datos del bronce. Cerro Minado, en Huércal Overa, es una explotación de la Edad del Cobre. También hay que decir que la minería de aquella época era muy superficial y no sería de extrañar que los filones conocidos entonces en esta zona se hubieran agotado con anterioridad”.
“Pero además de la minería, es muy importante la extracción del metal mediante hornos. Esa parte del proceso no aparece ni en Murcia ni en Almería. Sólo en Sierra Morena”.
A la hora de hablar de ‘Estado Argárico’, Francisco Contreras se muestra más cauto: “No podemos plantearnos la idea de organización estatal tal y como la concebimos hoy. Con los medios de que disponían los argáricos era imposible controlar desde Antas lo que ocurría en Sierra Morena y, mucho menos, un territorio de más de cien mil kilómetros cuadrados. Es más posible que existiera una interrelación entre élites de distintas poblaciones que compartían una misma cultura y que se apoyaban”.
Una civilización sobre cuyo final el doctor Contreras mantiene que “tuvo mucha importancia la evolución tecnológica y la escasa competitividad del bronce elaborado aquí con arsénico a falta de estaño, pero no debemos descartar la aparición de otras causas como algún gran desastre. Hoy la tecnología nos permite vivir en parajes como éste en donde sería imposible hacerlo en época argárica. La vegetación y la fauna eran indispensables para mantener a la población. Una sequía continuada durante varios años haría imposible vivir aquí. A partir del 1400 a.C., se ve cómo la Baja Andalucía va a marcar el ritmo civilizador y económico de la península, mientras el sureste se viene abajo. El fin de El Argar tal vez se debiera al comienzo de la desertificación que empezó a hacer más difícil vivir”.
En lo que no alberga dudas es sobre la necesidad de trabajar por la consideración de la Cultura Argárica como Patrimonio de la Humanidad: “Todos los pueblos que componen el antiguo territorio argárico deben unir sus fuerzas para que la Cultura Argárica sea reconocida como Patrimonio de la Humanidad. Es un primer paso para protegerlo, y debería unirse Los Millares, porque El Argar no se entiende sin Millares”.