Casi todos los años se insiste en lo mismo, en la oferta veraniega de sol y playa, sobre todo de la Playa de Los Muertos, saturada hasta la exageración en los meses estivales. ¿Qué necesidad hay de hacer publicidad de lo que ya está vendido? ¿No sería mejor tratar de atraer gente fuera de temporada?
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MARIO SANZ CRUZ
Como todos los años, muchos de los alcaldes y concejales de la zona se han ido a Madrid, para asistir a FITUR, una de las citas que más ilusión les hace, seguramente porque es una excursión divertida, donde se encuentran con amigos y compañeros de partido, donde se ven cosas curiosas, se habla y se alterna. Pero, ¿realmente van a fomentar el turismo en esta parte de Almería? A mí me parece que no demasiado.
Casi todos los años se insiste en lo mismo, en la oferta veraniega de sol y playa, sobre todo de la Playa de Los Muertos, saturada hasta la exageración en los meses estivales. ¿Qué necesidad hay de hacer publicidad de lo que ya está vendido? ¿No sería mejor tratar de atraer gente fuera de temporada?
He oído a muchos hosteleros quejarse de la temporalidad pero, en Carboneras, cuando acaba la temporada alta, muchos bares y restaurantes cierran, agotados por el esfuerzo veraniego, dando con la puerta en las narices a los visitantes que han elegido venir en septiembre o en octubre. Si les cuesta encontrar lugares abiertos, quizás el año siguiente no elijan esa opción y tengan que venir a incrementar la masa veraniega.
Tengo el convencimiento de que, tanto en Carboneras como en otras zonas del Levante, el futuro del turismo está en la desestacionalización, en que se atraiga a los visitantes en primavera, en otoño y todos los fines de semana del año, aprovechando nuestro privilegiado clima y la gran cantidad de atractivos culturales, históricos, geológicos, etc., de que disponemos.
Un lugar como este, con unas magníficas playas y buen tiempo, puede convertirse en un imán para las excursiones de fin de semana si damos algo más. Por ejemplo una oferta de restauración de buen nivel gastronómico, sin desvaríos a la hora de cobrar, con la seguridad de que encontrarán los locales abiertos y preparados.
Pero la comida no es todo, hay que añadirle la oferta cultural. En un sitio como Carboneras, es imprescindible que el Castillo de San Andrés esté abierto todos los fines de semana del año, a ser posible con exposiciones, actividades, visitas guiadas; en fin, un castillo vivo y bien llevado por personas preparadas para ello. El museo del Molino debe estar igualmente abierto y preparado. Incluso podrían unirse a la oferta museística el museo del Faro de Mesa Roldán, y la torre vigía de Mesa Roldán, haciéndola visitable y restaurándola de una vez, lo que haría más atractiva la visita a ese privilegiado mirador.
En las ramblas, dentro del Parque Natural y en Sierra Cabrera, hay que fomentar las rutas en coche, en bicicleta, a caballo o a pie. Hay que restaurar los molinos y edificios singulares, hay que abrir algunas casas rurales y algunos restaurantes que hagan más cómodas y más atractivas las rutas de interior.
Si la gente viene un fin de semana de cualquier mes y se lleva una buena impresión, lo que no es difícil dadas las buenas condiciones y la belleza de esta zona, será un altavoz que recomendará la misma excursión a sus familiares y amigos, haciendo crecer exponencialmente el número de visitantes. Si alguien viene y se encuentra todo cerrado, el patrimonio hecho una porquería y en el restaurante al que puede acceder le da un palo por una comida mediocre, no volverá, y hará una malísima publicidad de nuestro pueblo. Quién no ha ido o ha oído hablar bien de pueblos de toda España como Chinchón, La Guardia, Aínsa, Almagro, Morella, Ronda, Capileira, Grazalema, etc…; esos deben ser nuestros ejemplos.
Huyamos de la masificación, del turismo de chanclas, borrachera y despedida de soltero. Hagamos que nuestro pueblo sea un imán para los visitantes más respetuosos, más cultos y más exigentes. Así nos irá mejor, nuestro turismo será más sostenible, los puertos de trabajo serán más estables y nuestra vida será más tranquila.
Casi todos los años se insiste en lo mismo, en la oferta veraniega de sol y playa, sobre todo de la Playa de Los Muertos, saturada hasta la exageración en los meses estivales. ¿Qué necesidad hay de hacer publicidad de lo que ya está vendido? ¿No sería mejor tratar de atraer gente fuera de temporada?
He oído a muchos hosteleros quejarse de la temporalidad pero, en Carboneras, cuando acaba la temporada alta, muchos bares y restaurantes cierran, agotados por el esfuerzo veraniego, dando con la puerta en las narices a los visitantes que han elegido venir en septiembre o en octubre. Si les cuesta encontrar lugares abiertos, quizás el año siguiente no elijan esa opción y tengan que venir a incrementar la masa veraniega.
Tengo el convencimiento de que, tanto en Carboneras como en otras zonas del Levante, el futuro del turismo está en la desestacionalización, en que se atraiga a los visitantes en primavera, en otoño y todos los fines de semana del año, aprovechando nuestro privilegiado clima y la gran cantidad de atractivos culturales, históricos, geológicos, etc., de que disponemos.
Un lugar como este, con unas magníficas playas y buen tiempo, puede convertirse en un imán para las excursiones de fin de semana si damos algo más. Por ejemplo una oferta de restauración de buen nivel gastronómico, sin desvaríos a la hora de cobrar, con la seguridad de que encontrarán los locales abiertos y preparados.
Pero la comida no es todo, hay que añadirle la oferta cultural. En un sitio como Carboneras, es imprescindible que el Castillo de San Andrés esté abierto todos los fines de semana del año, a ser posible con exposiciones, actividades, visitas guiadas; en fin, un castillo vivo y bien llevado por personas preparadas para ello. El museo del Molino debe estar igualmente abierto y preparado. Incluso podrían unirse a la oferta museística el museo del Faro de Mesa Roldán, y la torre vigía de Mesa Roldán, haciéndola visitable y restaurándola de una vez, lo que haría más atractiva la visita a ese privilegiado mirador.
En las ramblas, dentro del Parque Natural y en Sierra Cabrera, hay que fomentar las rutas en coche, en bicicleta, a caballo o a pie. Hay que restaurar los molinos y edificios singulares, hay que abrir algunas casas rurales y algunos restaurantes que hagan más cómodas y más atractivas las rutas de interior.
Si la gente viene un fin de semana de cualquier mes y se lleva una buena impresión, lo que no es difícil dadas las buenas condiciones y la belleza de esta zona, será un altavoz que recomendará la misma excursión a sus familiares y amigos, haciendo crecer exponencialmente el número de visitantes. Si alguien viene y se encuentra todo cerrado, el patrimonio hecho una porquería y en el restaurante al que puede acceder le da un palo por una comida mediocre, no volverá, y hará una malísima publicidad de nuestro pueblo. Quién no ha ido o ha oído hablar bien de pueblos de toda España como Chinchón, La Guardia, Aínsa, Almagro, Morella, Ronda, Capileira, Grazalema, etc…; esos deben ser nuestros ejemplos.
Huyamos de la masificación, del turismo de chanclas, borrachera y despedida de soltero. Hagamos que nuestro pueblo sea un imán para los visitantes más respetuosos, más cultos y más exigentes. Así nos irá mejor, nuestro turismo será más sostenible, los puertos de trabajo serán más estables y nuestra vida será más tranquila.