Y el culpable es...

Más responsables. Algunos medios de comunicación y periodistas a quienes sólo interesa el morbo, que bien sabido es que vende más, ocultando lo positivo y exaltando lo negativo de la situación. A quienes hasta en estas circunstancias sin ningún sentido de responsabilidad destacan al perro que muerde como víctima del que recibe la dentellada


Miles de independentistas apiñados en una manifestación. // Europa Press

RAFAEL LÁZARO

Sin duda, el primero y más decisivo, el gobierno de la Generalidad por su desmedida deslealtad, su perfidia, y su obsesiva inclinación identitaria como perteneciente a una raza superior de quienes habitan en esa autonomía. Desde esa repugnante obsesión han sembrado incesantemente en la sociedad la semilla del odio al «otro», al diferente y a la nación que los cobija pero que no les pertenece. Y ustedes dirán que eso no es nada nuevo, que eso lo sabíamos todos. Si, todos. También los sucesivos gobiernos que en España han existido desde la llegada de la democracia. Y si lo sabían, ¿Por qué no han actuado? Hay por tanto otros responsables cuyas vergüenzas conviene poner al descubierto.

Segundo responsable, por su inmediatez, el gobierno de Partido Popular con su presidente a la cabeza. Desde que se desencadenó la crisis hace ya algún tiempo ha dejado la iniciativa siempre en manos de los sublevados. Ya lo anunció Rajoy en una declaración solemne al afirmar que «darían respuesta» a cada una de las actuaciones del gobierno de la Generalidad. Es decir, han cometido la enorme torpeza de facilitar el desarrollo revolucionario (esa es la situación actual en Cataluña), mediante el conocido mecanismo de «acción-reacción». Al parecer, en el PP pocos o ninguno tiene interés en conocer el funcionamiento del devenir de la Historia. Pocos o ninguno ha aprendido e interiorizado la frase de Cicerón, «Historia magistra vitae», o de autores más recientes como Madariaga o Albornoz. ¿Qué importa el pensamiento de estos sabios? Ellos están para gobernar como profesionales y no como políticos. Para ellos la Nación quizá no sea un ente político sino más bien una empresa que hay que gestionar con criterios puramente productivos. Y por supuesto, la falta de coraje confundiendo prudencia con timidez, por no decir cobardía.

Tercer responsable, y no en menor medida, es el PSOEspañol al que desde hace tiempo le sobra la E. No tienen ni han tenido claro el concepto de Nación (recuerden a ZP). No tienen ningún reparo en aniquilar al adversario político en la persecución de su ideario de partido único democrático, fruto y reminiscencia de su trasnochado leninismo, para quienes el partido está por encima de todo, de la sociedad, de la nación y, por supuesto, de los individuos. Su protolider, como ha confirmado su militancia, responde a un perfil sectario y de ambición personal que no se corresponde con su mediocridad. El entreguismo del PSOE desde hace ya tiempo al nacionalismo catalán, cuando se rindió de lleno al socialismo catalanista, ha allanado el camino a la rebelión actual. Las disparatadas promesas de ZP, todo a cambio del gobierno de Montilla, en detrimento del resto de España (recuerden el Plan Hidrológico Nacional). La actitud contradictoria que viene observando durante la crisis actual: dice defender a las fuerzas de seguridad pero las critica por defenderse; dice apoyar al gobierno y en plena crisis presenta una moción de reprobación contra el mismo; critica a la Generalidad pero al mismo tiempo pide dialogar con quien sólo quiere imponer su criterio ilegal y desde la ilegalidad, etcétera. ¿Es esto un partido serio y responsable?

Más responsables. Algunos medios de comunicación y periodistas a quienes sólo interesa el morbo, que bien sabido es que vende más, ocultando lo positivo y exaltando lo negativo de la situación. A quienes hasta en estas circunstancias sin ningún sentido de responsabilidad destacan al perro que muerde como víctima del que recibe la dentellada.

En general, una sociedad adormecida, sin ideales ni amor a su patria (oh, palabra maldita) y unos gobiernos que han dejado hacer durante lustros, enfangados sólo en el deseo de ostentar el poder, haciendo y dejando hacer cuanto fuera necesario por mantenerse en el mismo a toda costa, rehenes del nacionalismo cada vez más rentable al que aspirará cualquier pueblo o región de España. Volveremos a las taifas o al cantonalismo.

Aplicar ahora el art. 155 de la Constitución sólo será rentable si se está claramente seguro de asumir sus consecuencias sin complejos. Hay que aceptar que habrá violencia y víctimas. Que serán momentos, semanas y meses difíciles. Que de hoy a mañana no se solucionará nada. Que si se desea obtener éxito habrá que emprender una reforma a largo plazo del estado redistribuyendo competencias. Para eso será necesario valor, constancia y acuerdo de los partidos constitucionalistas. Siento decir que en este punto soy pesimista. El sectarismo y la división terminará imponiéndose.