El agua en el desierto

Sin lugar a dudas, la historia de los pantanos de Almería es nefasta. Ahí tenemos el de Isabel II, en Nijar, del que sólo tenemos constancia que recogiera agua durante un año para luego aterrarse. El de Cuevas se llenó el primer año de su puesta en funcionamiento, y el resto del tiempo el agua que recoge se consume rápidamente en los cultivos que se instalaron a su sombra. El pantano de Benímar, con su famosa falla que le impide retener adecuadamente el agua que embalsa y que, de otro lado, ha dado vida a las fuentes de Marbella, situadas en su falda


El subdelegado del Gobierno visita la desaladora del Campo de Dalías (archivo).

JOSÉ LUIS RAYA

El agua en Almería es crucial para su supervivencia, de ahí que cuando leí 'Almería, provincia española con menos reservas de agua y líder en desaladoras ruinosas, sentí la ofensa cruzar ante mí; y no es por menos si tenemos en cuenta que atacar a Almería utilizando la gestión del agua, es un tiro en la linea de flotación de este barco que, hoy por hoy,sostiene, económica y socialmente, a miles de familias.

También, quizá, el hecho de que en el Parlamento andaluz se hubiese debatido una Proposición No de Ley (PNL) relativa a la «sobreexplotación de los recursos hidricos en la provincia de Almería», sin considerar que los recursos hídricos no están sujetos a las demarcaciones políticas y que hablar de Almería en estos casos, centra el problema en nuestra provincia y lo aleja de Málaga, sin ir más lejos; como digo, el artÍculo y la PNL, vinieron a «tocarme el escroto».

Pero volviendo al artículo en cuestión, éste venia a considerar que tenemos pocos y malos pantanos, y que la cuenca hidrográfica del Sur, en la que nos incluimos, había invertido 620 millones en dasaladoras con elevados sobrecostes. En definitiva, nada nuevo.

Sin lugar a dudas, la historia de los pantanos de Almería es nefasta. Ahí tenemos el de Isabel II, en Nijar, del que sólo tenemos constancia que recogiera agua durante un año para luego aterrarse. El de Cuevas se llenó el primer año de su puesta en funcionamiento, y el resto del tiempo el agua que recoge se consume rápidamente en los cultivos que se instalaron a su sombra. El pantano de Benímar, con su famosa falla que le impide retener adecuadamente el agua que embalsa y que, de otro lado, ha dado vida a las fuentes de Marbella, situadas en su falda.

De otro lado, la historia de las desaladoras podríamos escribirla en base a los desfases de sus presupuestos, pero no sería ético, y si tenemos en cuenta que es habitual el desfase de los proyectos en obra publica, no sería honesto. No tenemos que irnos a la desalación para encontrar desfases como el del «cruce subterráneo de la carretera de Níjar», que se presupuestó en 2.528.000 euros, y pasó a 3.031.000 euros —un 19% más— para ver desfases en obras locales; o el proyecto de la 'Ciudad de la Cultura' en Santiago de Compostela, en la que con un presupuesto de 108 millones, vamos por 400 y aún no está terminada; o el proyecto de 'La caja mágica' en Madrid, cuyo presupuesto de 120 millones ha sido pulverizado por los 294 que finalmente pagamos, o «las setas» en la plaza de la Encarnación de Sevilla, que florecieron por 123 millones cuando su presupuesto inicial era de 33 millones.

Pero la historia del agua en Almería ni son pantanos ni son desaladoras, desfasadas o no. La historia del agua en Almería es la historia de miles de hombres y mujeres «de su época» que supieron crear riqueza aprovechando los recursos que tenían. Hoy podemos establecer que el sistema es «manifiestamente mejorable», y lo cierto es que en ello están.

En el artículo se decía que la capacidad máxima de acumulación en los pantanos es de 223 hectómetros cúbicos,y que el agua embalsada era de 32 hm³, y sin dudar de los datos, el citado articulo no contempla los más de 30 hectómetros que tienen las balsas colaterales a las fincas, una capacidad que aumenta más que la superficie invernada, y que en muchos casos vienen a recoger las aguas de lluvia. Tampoco se decía que la balsa mayor, es la que existe en nuestro subsuelo, una balsa que ciertamente se va secando más por la falta de infraestructuras de recarga de acuíferos —recordemos que el plan para laminación y recarga del acuífero, de cuyas casi 500 obras en cauces, se hicieron poco más de 100, y de las que la mayoría se encuentra fuera de uso por aterrado de las mismas—, ni del esfuerzo de los agricultores en aumentar la productividad con la misma cantidad de agua, ni de las inversiones en eficiencia en la aplicación del agua, ni de la mezcla de aguas de distintas calidades y procedencias para mejorar la productividad, reducir el aporte de abonos y ahondar en la sostenibilidad del sistema.

Como ya hemos visto, que existan desfases presupuestarios en tres desaladoras es grave, pero no es exclusivo ni invalida la necesidad de la actuación; y el hecho de que nuestros pantanos sean pocos e ineficientes sólo ha de sugerirnos la petición a la administración para que la situación mejore y el uso del agua en nuestra Almería sea «sostenible».

En cualquier caso, la sostenibilidad del uso del agua puede alcanzarse frenando el crecimiento, impidiendo nuevos regadios, e incluso destruyendo los existentes, peticiones estas de la PNL, pero también se consigue aumentando los recursos mediante transvases o desaladoras, mediante recarga de acuíferos, aumentando la eficiencia del agua empleada o reutilizándo el agua ya empleada; pero, en cualquier caso, parafraseando a Enrique VIII, «en qué lugar del antiguo o del nuevo testamento dice que la sostenibilidad del agua sea una cosa de los almerienses en exclusividad».