Almería en el epicentro

La Plataforma del Tren ha logrado que en Bruselas se «echen las manos a la cabeza» por lo que pasa en Almería. Por cierto, topónimo descubierto por algunos «técnicos especialistas» de la Unión que no tenían ni puñetera idea de dónde paraba en el mapa esta ciudad; y eso que somos la «despensa de Europa». Toda una revelación del intenso trabajo y promoción que realizan nuestros europarlamentarios españoles y andaluces para situar a Almería en el epicentro europeo


Miembros de la Mesa del Ferrocarril posan frente a la Subdelegación tras su viaje a Bruselas.

ANTONIO FELIPE RUBIO

Como ya ocurriera con el PHN (Plan Hidrológico Nacional), el PSOE vuelve a emplear el discurso que más le interesa en función de interlocutores y territorios. Zapatero ya mostró su intención con el PHN y el trasvase del Ebro para dar satisfacción a las egoístas pretensiones de Cataluña y Aragón. Sin embargo, en Andalucía, Murcia y Valencia el PSOE continuaba abrigando falsas esperanzas y parodiando con sobreactuaciones tan épicas como la re-inauguración de la primera tubería del trasvase del Ebro en Almería. Recuerden aquella apretada jornada. Primero, con la inauguración a cargo de Aznar y, para no ser menos, tras la inauguración del Museo Picasso Málaga, Manuel Chaves se apresuró hasta El Saltador para volver a inaugurar «esta obra tan importante para Almería». Todo era mentira. Chaves ya sabía que Zapatero iba a derogar el PHN y el trasvase en cuanto alcanzase el poder; como así sucedió.

Susana Díaz acaba de firmar un convenio con el presidente de Aragón, Francisco Javier Lambán, en apoyo del Corredor/Ramal Central. Este convenio da preferencia a una línea ferroviaria que enlaza el puerto seco de Zaragoza con el puerto seco de Antequera y hasta el puerto de Algeciras, sin olvidar un enlace ferroviario con el puerto de Sines, Bahía de Setúbal (Portugal).

Este diseño permitirá a Cataluña y Aragón desplazar mercancías por una línea de alta velocidad y capacidad para embarcar desde Algeciras con destinos a la cuenca mediterránea, costa africana occidental y destinos trasatlánticos. A través de Madrid y Extremadura —desde el puerto de Sines— habrá una rápida opción para el Báltico, Mar del Norte y los importantes puertos de Holanda, Alemania y Rusia. Esta opción de Corredor Central, que no deja de ser una buena estrategia beneficiosa para ciertas comunidades, representa una competencia comercial de grandes consecuencias para Almería que quedaría en posición de desventaja y aislamiento, incluso, contando ya con el Corredor Mediterráneo, conexión con el puerto y soterramiento integral, aspectos nada desdeñables para el turismo, comunicación decente y alternativas comerciales de menor cuantía.

La Plataforma del Tren ha logrado que en Bruselas se «echen las manos a la cabeza» por lo que pasa en Almería. Por cierto, topónimo descubierto por algunos «técnicos especialistas» de la Unión que no tenían ni puñetera idea de dónde paraba en el mapa esta ciudad; y eso que somos la «despensa de Europa». Toda una revelación del intenso trabajo y promoción que realizan nuestros europarlamentarios españoles y andaluces para situar a Almería en el epicentro europeo.

El Corredor Mediterráneo debate su futuro en las inversiones para otros territorios de interés político menos apremiante. Murcia —de momento— es del PP, y Valencia está dopada de compromisos podemitas que no son del agrado de la baronesa andaluza. Así las cosas, Algeciras, Málaga y Jaén se pueden dar por satisfechas con el Corredor Central que les beneficia directamente, y así Susana cumple con Andalucía; otra cosa es Almería, orillada y sumida en interminables debates sobre soterramiento, conexión con el puerto, doble vía... y a la espera de compromisos ministeriales que, por lo menos, aclaren algo sobre la llegada del tren de altas prestaciones.

Almería ha consumido un tiempo precioso en debates estériles sobre la conexión ferroviaria con el puerto, el mineral de Alquife, el transporte de mercancías hortofrutícolas, el soterramiento, el mármol, el Puerto-Ciudad... Todo es un desiderátum en el que se afanan actores de aluvión para mayor gloria del oportunismo político. Pero, una vez más, cuando no haya verdadera acción racional, sincera y conjunta estaremos determinados a la melancolía y a la actual indigencia infraestructural.