Francisco Contreras es el jefe del Deprtamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada. Entre otros trabajos, ha dirigido las investigaciones y rehabilitación del pobaldo argárico de Peñalosa, en Baños de la Encina (Jaén)
ALMERÍA HOY / 29·04·2022
- Usted se ha dedicado a estudiar la Cultura Argárica en el Alto Guadalquivir, ¿hasta allí llegó El Argar?
- Efectivamente. Hasta allí llegó, fíjese qué lejos. Cuando se habla del Estado Argárico, como si desde Antas se pudiera controlar hace 4.000 años a la gente que vivía en el territorio de lo que hoy es la provincia de Jaén, es necesario matizar un poco, pero la realidad es que hasta allí llegó la hegemonía de El Argar. Ahora, el debate está en si, tras llegar a Sierra Morena, el poder de esa ciudad del Levante almeriense se extendió a Ciudad Real o no. Algunos investigadores pensamos que no y otros que sí.
- Lo que sí parece cierto es que los metales empleados en El Argar provenían de Sierra Morena.
- Así es. Los datos que tenemos indican que la extracción del mineral y su transformación en metal, es decir, su reducción, solamente está documentada en la zona de Sierra Morena. Sabemos que allí se fundía el mineral y se transformaba en lingotes que circularon por el Guadalquivir y el Guadiana Menor hasta Almería. Las pruebas realizadas con isótopos indican que los metales encontrados en El Argar proceden de la cuenca minera de Linares. Por tanto, es lógico pensar que la importancia de Sierra Morena en esos momentos es que, muy probablemente fuera el único foco donde se estaba produciendo de manera intensa la producción de metal a escala regional y suprarregional.
- Y ¿cómo lo transportaban?
- En ese momento se usaban animales, sobre todo caballos. Sabemos que los bóvidos llevaban el mineral desde las minas hasta los poblados en que se encontraban los talleres que lo transformaban. Un lingote pesa muy poco. Se podían transportar a caballo. Las propias personas podían acarrearlos para cambiarlos por otros bienes. En cualquier caso, los intercambios no serían tan sencillos. Estaban regulados por las élites de los poblados. En el Alto Guadalquivir hemos comprobado la existencia de una organización territorial. Unos poblados eran mineros; otros metalúrgicos; también fortines. Había un entramado que controlaba la salida del metal y la entrada de productos a cambio.
- Tras hablar del pasado, ¿qué futuro vislumbra usted para la Cultura Argárica?
- Todo. En este Simposio ha quedado reflejado que aún queda mucho por conocer. En la zona de El Argar hay poblados sin investigar o excavados con sondeos verticales. Faltan investigaciones en extensión y que se publiquen datos de la vida cotidiana de esos asentamientos para poder aproximarnos a una reconstrucción más fiable de El Argar. Aun así, esta es una Cultura de la que más datos existen gracias a que enterraban a sus muertos debajo de las casas.
- Efectivamente. Hasta allí llegó, fíjese qué lejos. Cuando se habla del Estado Argárico, como si desde Antas se pudiera controlar hace 4.000 años a la gente que vivía en el territorio de lo que hoy es la provincia de Jaén, es necesario matizar un poco, pero la realidad es que hasta allí llegó la hegemonía de El Argar. Ahora, el debate está en si, tras llegar a Sierra Morena, el poder de esa ciudad del Levante almeriense se extendió a Ciudad Real o no. Algunos investigadores pensamos que no y otros que sí.
- Lo que sí parece cierto es que los metales empleados en El Argar provenían de Sierra Morena.
- Así es. Los datos que tenemos indican que la extracción del mineral y su transformación en metal, es decir, su reducción, solamente está documentada en la zona de Sierra Morena. Sabemos que allí se fundía el mineral y se transformaba en lingotes que circularon por el Guadalquivir y el Guadiana Menor hasta Almería. Las pruebas realizadas con isótopos indican que los metales encontrados en El Argar proceden de la cuenca minera de Linares. Por tanto, es lógico pensar que la importancia de Sierra Morena en esos momentos es que, muy probablemente fuera el único foco donde se estaba produciendo de manera intensa la producción de metal a escala regional y suprarregional.
- Y ¿cómo lo transportaban?
- En ese momento se usaban animales, sobre todo caballos. Sabemos que los bóvidos llevaban el mineral desde las minas hasta los poblados en que se encontraban los talleres que lo transformaban. Un lingote pesa muy poco. Se podían transportar a caballo. Las propias personas podían acarrearlos para cambiarlos por otros bienes. En cualquier caso, los intercambios no serían tan sencillos. Estaban regulados por las élites de los poblados. En el Alto Guadalquivir hemos comprobado la existencia de una organización territorial. Unos poblados eran mineros; otros metalúrgicos; también fortines. Había un entramado que controlaba la salida del metal y la entrada de productos a cambio.
- Tras hablar del pasado, ¿qué futuro vislumbra usted para la Cultura Argárica?
- Todo. En este Simposio ha quedado reflejado que aún queda mucho por conocer. En la zona de El Argar hay poblados sin investigar o excavados con sondeos verticales. Faltan investigaciones en extensión y que se publiquen datos de la vida cotidiana de esos asentamientos para poder aproximarnos a una reconstrucción más fiable de El Argar. Aun así, esta es una Cultura de la que más datos existen gracias a que enterraban a sus muertos debajo de las casas.