“Tuve un jefe en la Junta que quería que funcionáramos como la Mafia”

Jaime González es funcionario de la Junta. Intentaron meterle en la cárcel y echarlo a la calle por revelar un fraude de 34 millones



ALMERÍA HOY / 24·09·2021

Jaime González sostiene que la corrupción es el “gran problema” de España, y que acabar con ella “mejorará la vida de todos”. Señala a los políticos por distraer al pueblo “con cuentos y tonterías”, y a los ciudadanos por estar más preocupados por Gran Hermano o La isla de las tentaciones que de lo que realmente importa. Habla de sus colegas como “la ‘cosa nostra’ de ellos”, denunciando el enchufismo y una situación que los convierte en cómplices o, como mínimo, de “hacerse los tontos”.

- ¿Cómo es posible que en un país en el que la mayoría aspira a ser funcionario, un afortunado como usted acabe teniendo los problemas que viene sufriendo?
- Es cierto que soy funcionario de nivel A en la Junta de Andalucía, y me destinaron al servicio de Contratación, en el que más irregularidades se cometen. Es donde se mueve más dinero y, por tanto, el departamento con mayores niveles de corrupción. El problema surgió porque querían que colaborara.
- ¿Desde el primer momento, ‘sin anestesia’ y antes de conocerle?
- Al principio no tuve ningún problema. La jefa del departamento me respetaba y nunca me exigió firmar ningún expediente que no cumpliera escrupulosamente con todas las exigencias. Esos los suscribía ella. Pero luego la cambiaron por un cínico que, nada más llegar, dejó claras sus intenciones. Nos puso como ejemplo de funcionamiento a la mafia. Decía que, en todas las organizaciones, los que pegan los tiros no son los capos, sino los sicarios y, por tanto, la firma que debía aparecer en los expedientes irregulares tenían que ser las nuestras, no la suya.
- ¿Así, a bocajarro?
- Allí todos sabíamos lo que pasaba.
- ¿Y sus compañeros tragaban?
- Casi todos se hacen los tontos. Cuando les preguntas te dicen que allí no se cometen irregularidades, lo niegan, pero es mentira. Juran que en cuarenta años de carrera jamás han visto nada que ni tan siquiera roce la ilegalidad, y que yo y todos los que decimos que existe la corrupción estamos locos. Sin embargo, cualquiera puede ver a los pocos meses de estar dentro que el sistema es la corrupción.
- Y usted trabajaba en el epicentro del volcán.
- El departamento de Contratación era una orgía continua de corrupción. He de decir que lo máximo, aunque yo venía de la Agencia de Empleo, que no es precisamente un ejemplo de castidad. Pero en Contratación querían que yo fuera el responsable de las tropelías que se cometían.
- ¿Cómo llegó usted a ese departamento?
- En un principio no quería ir allí. Luego me gustó, porque vi lo que hasta entonces intuía, pero no sabía a ciencia cierta. Aunque el sistema es en esencia el mismo, en esta área es más evidente cómo funciona. Para explicarlo de manera que se entienda rápidamente, los partidos, en la Junta era el PSOE, se apoyan en una serie de caciques locales que proporcionan votos a cambio de contratos. De esa manera se crea una red clientelar. Si el funcionario colabora, una parte del dinero que pasa por delante gracias a su firma se puede quedar en su bolsillo.
- ¿Cuál es el modus operandi habitual? Si es que existe.
- Responderé, como he hecho hasta ahora, siempre con ejemplos hipotéticos, no vayamos a darle una alegría a todos los que quieren meterme en la cárcel o sacarme de la carrera. Así que, imaginemos por un momento que a quien mandaba en la Junta le interesara que se le fletaran a determinada empresa los helicópteros para el servicio de extinción de incendios forestales. Imaginemos que me proponen colaborar. Si finalmente decidiera aceptar, pues hombre, seguro que esos helicópteros necesitarán incorporar algo que pueda vender mi presunto cuñado, ya sean extintores, botiquines con esparadrapo o tapones para los oídos.
- Entiendo ¿Y dice que ese proceder es algo habitual?
- Yo detecté que pasaba en general.
- ¿Y los funcionarios que colaboran están bien vistos por el resto?
- A quienes colaboran les dan todos los ascensos posibles. Al único que defenestraron fue a mí. En cualquier caso, en la Administración hay mucho enchufismo. Los que han entrado limpiamente por oposición son sólo la punta del iceberg. Hay familias enteras metidas. Es la ‘cosa nostra’ de ellos y, claro, no van a meter a gente como yo.
- Habrá quien piense que se está usted pasando.
- Desgraciadamente, no es ninguna exageración. Están convencidos de que la Administración es su negocio.
- ¿Queda alguna esperanza de acabar con la situación que describe?
- Es muy difícil. Los partidos necesitan una red clientelar para llegar al poder y, cuando lo consiguen, empiezan a repartir prebendas. Mi opinión es que se les deja demasiado tiempo en el Gobierno y llegan a creerse tan invulnerables que hacen y deshacen a su antojo. Ése es el principio generador de la corrupción. No se trata de casos aislados, como suelen repetir los políticos. Es que todo el sistema está enfocado a eso. Si te sueltan en una isla desierta donde sólo hay golfos, lo más seguro es que no salgas santo, porque como no seas golfo no llegas a ninguna parte. El político se exculpa a sí mismo alegando que no es culpable de que la gente se crea las tonterías que le cuenta.
- Lo que muchos ciudadanos sienten es la asfixia de unos impuestos cuyos resultados nadie alcanza a ver. La deuda sigue aumentando y los servicios disminuyen en cantidad y calidad.
- Precisamente ésa es la lucha que mantenemos los denunciantes de corrupción. Si todo el dinero que se desvía desde la Administración a paraísos fiscales o destinos improductivos se empleara en lo realmente útil, como la sanidad o la educación, se acabarían todos los problemas de España. Sin embargo, se despilfarra en cosas que no se necesitan.
- ¿Cómo es posible que exista tanta corrupción con la de controles que hay para todo en la Administración?
- Los controles son necesarios para que exista una democracia real. El problema es que se ha generado una ficción ¿Alguien puede creer que son independientes los controles que crean los propios políticos? O ¿es que después del nombramiento llega un espíritu dorado y unge al designado con una varita convirtiéndole en incorruptible, defensor de los huérfanos y valedor de las viudas? La gente compra ese relato, y los políticos insisten en que no es su problema que el ciudadano se lo crea.
- En la Junta, tras la llegada al Gobierno de PP y Cs, ¿ha cambiado en algo la cosa?
- Ahora está un poquito menos mal. Pero sólo un poquito.
- Explíquese, por favor.
- Siguen la misma forma de actuar, aunque es cierto que el PSOE, con Susana Díaz al frente, llegó a unos niveles de corrupción desmesurados. Estaban convencidos de que, después de casi cuarenta años en el poder, era imposible que les echaran. El PP hace lo mismo, sin embargo, es cierto que les preocupa algo más la imagen. Por eso no se les ve robando a manos llenas, como se vio a los socialistas desde el momento en que fue imposible que la red que tejieron fuera capaz de tapar tanta desvergüenza.
- ¿Tampoco ha cambiado la actitud de la Administración con los denunciantes de corrupción como usted?
- Ya he dicho que algo sí ha cambiado. Antes yo enviaba cartas a los de arriba revelando irregularidades y ni tan siquiera se molestaban en contestarme. Ahora sí, aunque me responden por peteneras. Es cierto que se esfuerzan algo en intentar agradar. Al menos procuran parecer amables.
- En cualquier caso, siempre quedará la Justicia.
- Si los políticos, que se supone que tienen unos controles fiscalizando sus actos, hacen lo que les da la gana, imagínese la judicatura, que no los tiene. Si a mí me están violando todos los días y no hago nada para evitarlo, no esperes que mueva un dedo para defenderte a ti.
- Ya veo que no alberga un buen concepto de la Administración y sus administradores.
- Es que son el colmo de la golfería. No tienen límites. Sólo se preocupan por la problemática LGTBI y tonterías por el estilo para desviar la atención del pueblo sobre el gran problema de nuestra sociedad, que es la corrupción. Luchar para acabar con ella supone mejorar la situación de todos. Los políticos nos han metido en una guerra absurda de ‘tú eres facha o tú eres rojo’ para apartar la corrupción del punto de mira de la gente, cuando lo que realmente debería interesar al ciudadano es que se le atienda cuando necesita ir a un hospital, que sus hijos accedan a una enseñanza de calidad o haya comunicaciones como Dios manda. El partido Podemos surgió para luchar contra la corrupción y el fraude, sin embargo, a sus dirigentes ya los han fichado empresas del Ibex-35 mientras nos distraen con cosas menos importantes.
- ¿Por qué decidió fundar Alianza contra la Corrupción?
- Porque, cuando me persiguieron por denunciar irregularidades en la contratación de helicópteros por el INFOCA, fui consciente de que me iban a dar por todos lados. Entendí que la mejor arma consistía en unirnos los que sufríamos una situación similar. Hacer un frente común, porque solos no podríamos llegar muy lejos.
- ¿En qué consiste la actividad de la asociación?
- Básicamente en ayudarnos a sobrevivir, porque a la mayoría nos han destrozado la vida.
- ¿De qué manera?
- A mí me han intentado meter en la cárcel y echar de la Junta. Yo tengo la suerte de ser funcionario, pero la situación de los que trabajan fuera de la Administración es muy diferente. Hay casos de denunciantes a los que han echado de su casa, con toda la familia, por no poder pagar el alquiler. Muchos denunciantes están en una situación límite, sin ingresos, sin medios para el sustento.
- ¿Hasta ese extremo?
- Sí. Están económicamente al límite. Creo que es bueno difundir que en España existen listas negras para que nadie contrate a estas personas. Y, quien lo haga, que se atenga a las consecuencias.
- Desde el 18 de junio, Andalucía cuenta con una Ley de Protección del Denunciante de corrupción, ¿será una herramienta eficaz para acabar con esa lacra?
- Hemos intentado ayudar en su elaboración, sin embargo, he de decir que denunciar no servirá para nada porque los jueces están del lado de los políticos que nombran sus órganos de gobierno. En la práctica, la Ley no tendrá ninguna utilidad. Para empezar, crea una Oficina Andaluza contra el Fraude y la Corrupción. El director de esa oficina actuará con independencia, según la Ley, pero será elegido por el Parlamento, es decir, por los políticos. De momento, se han dado un mes para nombrarlo. Pero, yo me pregunto ¿qué interés tiene la gente por esa oficina? A los ciudadanos sólo les interesan las vicisitudes de Gran Hermano o La isla de las tentaciones.
- Y en los medios de comunicación ¿ve algún interés?
- En muy pocos. Que yo sepa, de estos asuntos sólo se hacen eco algún medio de Sevilla y ALMERÍA HOY.
- Entonces, ¿la Ley no es buena?
- Es muy poco exigente, pero tiene algo bueno al crear un departamento que se va a empezar a preocupar por la corrupción. Hasta ahora parecía que no existían irregularidades en la gestión de lo público. Lo negaban políticos y funcionarios que hablaban de ‘casos aislados’ cuando se les pillaba en alguno tan evidente que les era imposible tapar.