Acampa ante el Ayuntamiento de Garrucha para denunciar un maltrato laboral

Tras siete años trabajando para Clece Servicios Sociales, Teresa Gámez cotiza ahora una hora y media al mes y percibe 210 euros, sin que la empresa le aumente la carga de trabajo o la despida


Teresa Gámez en la puerta del Ayuntamiento de Garrucha.

ALMERÍA HOY / 30·04·2016

Una mujer ha acampado este sábado ante el Ayuntamiento de Garrucha para denunciar el supuesto maltrato laboral al que está siendo sometida por parte de la empresa Clece Servicios Sociales, concesionaria de la Diputación de Almería para la asistencia a domicilio de personas mayores.

En declaraciones a ALMERÍA HOY, Teresa Gámez ha explicado que se encuentra en una situación insostenible desde su reincoporación tras una baja laboral el pasado diciembre, cobrando unos 210 euros mensuales y sin que le despidan o le asignen una cantidad mínima de trabajo con la que alcanzar un umbral básico de ingresos.

«No puedo solicitar el paro porque, según me contaron en la oficina de empleo, estoy cotizando una hora con treinta y seis minutos al mes, pero la empresa tampoco quiere darme más horas para que cobre más, ni me despide para que pueda cobrar el paro», ha relatado Teresa, quien describe su situación como «absolutamente desesperada».

«Después de siete años trabajando para ellos, me encuentro al borde de la exclusión social, sin dinero para pagar el alquiler, la luz o el agua, y sobreviviendo gracias a la ayuda de algunos amigos... Ya no sé qué hacer».

A sus 50 años, sostiene, no ha cobrado jamás la prestación por desempleo, y tampoco querría hacerlo ahora; sin embargo, se encuentra atrapada en un trabajo de doscientos euros mensuales del que tampoco puede marcharse voluntariamente porque perdería el derecho a la prestación por desempleo.

«La empresa me dice que es lo que hay, que si quiero, me marche yo, pero sin paro ni indemnización», ha lamentado.


Meses para ver a un asistente social

Teresa también ha denunciado el trato recibido por parte del Consistorio garruchero, donde ha tenido que aguardar meses para contarle su situación a un asistente social.

«Al parecer, el Ayuntamiento ha estado sin asistente unos seis meses. Cuando por fin llegó el día de verla, estaba enferma, y después ya no quería recibirme porque no tenía cita. Todo, al final, para que me dijese que antes de reclamar nada, tenía que demostrar que valgo para mi trabajo».


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